ABC SEVILLA 17-11-1929 página 8
- EdiciónABC, SEVILLA
- Página8
- Fecha de publicación17/11/1929
- ID0002557335
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E l famoso monte de los Palancares. EL FENÓMENO GEOLÓGICO Y E L SOBERBIO ESPECTÁCULO DE LAS TORCAS A m dia ladera se desangra el monte por la triple y caudalosa fuente de unos caños, que vierten tres columnas rumorosas y transparentes, gruesas como el brazo robusto de un gañán y brillantes como barras torneadas de cristal de roca. Llega, por fin, el camino a la llanada de la cumbre, y, una vez en ella, se divide en dos direcciones, como movido por indominables deseos de ver y detentar todo el bosque bajo la soberanía de su recorrido. A q u e l bosque es el magnífico llamado de los P a l a n cares, donde acaso se instale pronto el P r e ventorio Martínez A n i d o y su riqueza forestal está mimada, mejor que cuidada, por el inteligente celo de la Jefatura de M o n tes de la provincia, a cuyo frente figura don Jorge T o r n e r uno de los más sólidos prestigios del Cuerpo. U n o de los dichos ramales del camino, el de la izquierda, atrae con el señuelo tentador de un letrero, que i n v i t a A las torcas Y ¿qué son las torcas? E s t a pregunta responde invariablemente a la invitación. S a ben todos, claro es, lo que la voz torca significa en castellano; conocen acaso hasta la definición que de ella d a el D i c c i o n a rio de la A c a d e m i a Depresión circular de un terreno- y con bordes escarpados. P e r o piden con su pregunta algo más que una definición fría, genérica, insubstancial: ¿cómo son esas torcas del monte de los P a l a n c a res? Y y o no hallo descripción más gráfica, más rápida, más expresiva que la de compararlas con cráteres de volcanes apagados. Cráteres que no se abren e n el vértice de un cono montañoso, n i estuvieron nunca en comunicación con ningún conducto plutónico, ni vertieron torrentes de lava, ni flagelaron l a tierra circundante, n i fueron c h i meneas inmensas por donde se purgase el planeta de su congestión de fuego y h u m o pero cráteres por su forma, por su aspecto imponente, por su gigantesca magnitud. N o son, en verdad, pozos, o agujeros, o covachas; son formidables hundimientos c i r culares, cuyos bordes descienden verticalmente en busca del abismo, cuyo diámetro alcanza a veces la longitud de 70 c metros, y cuya profundidad llega a ser hasta de 8 0 son el producto de trastornos geológicos, ocasionados por el agua y n o por el fueg o sus techos fueron bóvedas que perdier o n su estabilidad y no válvulas que saltaron sometidas a presión. E n los Palancares hay hasta 35 torcas, todas inmediatas unas a otras, y algunas tan juntas, que serían una sola si no las separase un estrecho y cuarteado murallón de roca quebradiza. N o es posible precisar el orden cronológico que presidió su formación, dado el caso de que no fuese simultánea, n i el sistema de corrientes subterráneas que Después de recorrer diez kilómetros, saliendo de Cuenca en dirección a Teruel, sobre una carretera molida por las ruedas de los carros, se ve arrancar a la izquierda un camino forestal, que se tiende al p r i n cipio confiado e indolente a lo largo de la llanura, y se ve sorprendido bien pronto por una barrera escarpada, que le cierra el paso. Ante el ceñudo obstáculo vacila con indecisión el camino, tuerce a un lado y a otro, buscando una brecha de salida; descubre, al fin, una cortada hosca, pero accesible, y entonces trepa resuelto, bordea, osado, el abismo al ascender y se interna, por último, desfiladero arriba, a veces con la táctica prudente de un guerrero, y en ocasiones con la arrogancia temeraria de u n esforzado explorador. O b r a de magia o mutación de tramoya parece la rápida transformación que sufre ante nuestra vista, en pocos momentos, el paisaje. L a tierra seca, monótona, acostada y desnuda, se levanta presurosa de su lecho de molicie, se pone en pie, yergue sierras ásperas, trueca la parda túnica de sus roturados míseros por una loriga g r i sácea de peñascos y riscos, y empenacha el escarpado yelmo de su cumbre con u n plumero de pinos gallardos. L a imaginación cree haber cambiado de país, después de dejar atrás en pocos minutos muchas leguas sobre el Clavileño de la fantas a.