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ABC SEVILLA 19-12-1929 página 3
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  • EdiciónABC, SEVILLA
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MADR O- SEYILLA 19 D I C I E M B R E D E 1 929. SUELTO NUMERO 10 C T S PKADO DE SAN SEBASTIAN SUSCRIPCIONES DIARIO DO. N. CERCANA A TETUAN, SEVILLA ü ILUSTRAQUINTO OLIVE, AÑO VIGÉ 8.418 MUÑOZ SIMO Y ANUNCIOS: KHiJACCION: EL SECRETO D E UN BAÚL Una campaña de Prensa y un gobierno en peligro A n t a ñ o cuando se quería ponderar la fidelidad personal a un secreto, decíamos de quien lo guardaba: E s reservado como una tumba Posteriormente se ha visto aue la frase era exagerada, pues las tumbas, abiertas más de una vez por disposición judicial, han confesado. L a exhumación de un cadáver, bien aprovechada por el medico forense, ha disipado ¡as sombras que ocultaban el crimen. E l silencio de la tumba no asegura, irrevocablemente, la impunidad del delito. Los malhechores, desengañados de la intermitente discreción de los cementerios, han creído encontrar un medio más modesto para cubrir su responsabilidad y esquivar los rigores de la justicia. Ese medio es el baúl. De hoy m á s habrá, pues, que corregir aquella vieja locución, diciendo de toda persona impropícia a descubrir lo que sabe de un asunto cualquiera: E s reservada como un baúl ¡Y pensar que el fantasma de Rigaudin, asesinado hace poco tiempo, no se sabe por quién, ha estado a punto de derribar al Gobierno Tardieu! Una parte de la sesión de la Cámara popular francesa se empleó ayer en discutir, rio el crimen, sino la conducta de la Policía judicial con el presunto delincuente. A l muerto no se le mentó ni siquiera de pasada. U n muerto que se envuelve en el misterio pierde todo derecho a ser discutido. Pertenece por entero a la nada. L o que se pretendió discutir no fué la impunidad del crimen, porque eso habría sido invadir la jurisdicción de otro Poder, sino el método que algunos periódicos atribuyen a la Policía para hacer cantar al detenido. Fué maltratado Almazoff? A sus afirmaciones opone la Policía tin juramento que declara mendaz al acusado. E l defensor de Almazoff sostiene que éste ha sido víctima de malos tratos, y apoya su denuncia en la certificación médica. Qué ha dicho el forense que reconoció a! detenido? Que éste presenta l i geras contusiones en varias partes del cuerpo. Eso ha bastado para que la Prensa armase un tolle- tolle sobre la inviolabilidad individual, que ha repercutido en el Parlamento. Nadie buscaba en ese debate la caída del Gob erno. L a actitud de la fracción radical- sociaMsta lo demostró bien a las claras; pero si el Sr. Tardieu hubiera condescendido a aceptar las interpelaciones que se le anunciaban, nadie puede prever el sesgo que habría tomado la discusión. E n política, la oportunidad se nutre de lo imprevisto, y en u: a Cámara desnuda de propósitos belicosos, un incidente cualquiera, derivado de un debate sin importancia, puede cambiar la temperatura espiritual de sus miembros. Pero no es hombre el Sr. Tardieu de morir, corno suele decirse, de cornada de burro. Su agilidad de inteligencia y su dominio del ambiente parlamentario le preservan de ciertas sorpresas. H i z o frente a la cuestión de principio afirmando que en Francia la libertad individual es inviolable; que si se demostraba la menor extrahmitación de la Policía, habría las sanciones condignas, y, en un alarde de dignidad, muy de él, sometió su actitud a l o s azares de un voto de confianza, lo cual era como disparar un cañón de grueso calibre es irreprochable, Tío tiene cuentas pendienpara aventar una nube de poca densidad. tes con la Policía, ni se ha rebelado nunca Es probable que el lector eche, de menos contra las arbitrariedades que constituyen la presencia de la lógica en los sucesos que lo que llamamos el orden social. Se l i m i estoy comentando. Ese reparo estaría muy en taba a vestir mal a sus contemporáneos, y su punto si el mundo estuviese gobernado nada m á s pero como eso no es delito, porpor la razón. E s posible también que lo que que si l o fuese las cárceles estarían llenas llamamos incoherente sea lo más lógico y que de sastres, el pobre Almazoff merece nues. nuestro juicio obedezca a que no vemos un tro respeto. lCuál va a ser. a la postre, su destino? hecho en toda su integridad. Aquien se le diga que, por haber sido Sea o no criminal, por de pronto se le ha asesinado en el mes de septiembre un comi- hecho ya un doble favor: se le ha expedido sionista de comercio, ha tenido que plantear a; su señora una patente de ligereza conyuel jefe del Gobierno francés la cuestión dé gal, y a él se le. ha. afrentado públicamenconfianza en el Parlamento, se hará la ilu- te, suponiéndole capaz de asesinar a un homsión de estar leyendo una página de Cour- bre que era su amigo, y; del cual no parece teiine. U n pobre hombre, sin el menor re- que estuviese desavenido, pues el pobre R i- lieve social, sale de su casa tan tranquilo: gaudin no se vestía en su sastrería. ¿Y ia Tiene, como deber profesional, unos pagos, verdad? ¿Dónde está la verdad? E n el fon. que hacer. De paso para no sé dónde, se de- do de un b a ú l tiene en lá tienda del sastre armenio A l m a MANUEL B U E N O zoff, conversa un rato con él y se marcha. París, diciembre, 1920, A los pocos días aparece asesinado y dentro ríe un baúl. L a Policía, informada del caso, se apodera del baúl y del sastre; pero ni el uno ni el otro revelan la verdad de lo sucedido, sin duda porque su igualdad en la M E D I T A C I O N E S ignorancia les impone la misma igualdad en el silencio. L a Prensa, alarmada, se exaspeP O L Í T I C AS ra por la inutilidad de las pesquisas, y durante días y semanas nos plantea én sus coModelo de gobernantes lumnas el mismo acertijo: ¿Q u i é n mató a Rigaudin? ¿Qué hace la P o l i c í a? Y el lecU n a monografía más sale de las celdas de tor, consternado, se hace a solas esta relos religiosos. Y debe ser respetuosamente flexión S i se generaliza el uso del baúl saludada, porque la persona que en ella se para esconder un cadáver, no habrá crimen perfila con sus hechos es de gran envergaque se descubra. Con que el s sn lo facaei o dura, y éstos han sido objeto de pacien. es ture en gran ve ocidád, entrega su delito a! investigaciones y cuidadoso cernido. Vamos misterio insondable. E l sistema supone, evia tener (porque la monografía está todavía dentemente, un progreso dentro de. la crimiinacabada) la verdadera historia del gran nalidad; pero ¿y nosotros, los que no iénscardenal fray Francisco Ximénez de Cisnemos vocación de delincuentes? ¿Quién nos l i ros; si, como es de esperar, el tomo segundo bra de pasar de vecinos de un piso corriente a de la obra que trae entre manos el redentola condición die inquilinos permanentes de nsta padre Fernández de Retana se asemeja un baúl? Antes, cuando el criminal distrial primero en imparcialidad, en el esmero buía a domicilio los pasaportes para la eterdel pormenor, en el es. udio personal de las nidad, o mataba en la vía pública, su delito fuente y en el amor al periodo histórico dejaba rastros que permitía su captura. M e que estudia, amor que no está reñido con l a nos dueño de sus medios, eri aquellos escemás serena justicia en el examen, atribución narios, acudía a la cooperación de alguien, y v caliiicación de los hechos del héroe. esa complicidad era a menudo un asidero Es gran figura la del cardenal de E s p a ñ a para la Policía. Pero ahora las cosas han cambiado. L a intervención del baúl en el- -como así se le llamaba- -fray Francisco crimen obscurece los indicios y desconcier- Ximénez de Cisneros. Gran figura como hombre, como religioso, como prelado y ta a la Policía. como gobernante. Quédese para otros coMe explico, y aun disculpo, el que ésta, menta! el libro del padre Fernández de Refuera de sí al cabo de dos meses de pesqui- tana bajo los tres primeros; aspectos; p a r é sas infructuosas, se obstine en obtener de ceme cíe actualidad- -de una actualidad eterAlmazoff lo que no parece probable que na- -espigar en él lo que afecta al humilde consiga del baúl. Muchos de los que siguen fraile como modelo de gobernantes. de cerca las diligencias participan de la sosLas monografías históricas- -que no sean pecha de que el sastre armenio no es extra- ciegas apologías- -tienen una utilidad trasño al crimen; pero la prueba fehaciente de su cendental! sima. E n ellas se ve al; personaje culpabilidad no aparece. Se ha dicho que al estudiado actuar bajo influencias- muy d i muerto le gustaba la mujer del vivo, y se versas, y permiten, en consecuencia, examiha pretendido fundar en esa simpatía uno narlo en sus grandezas y en sus miserias, en de los motivos del crimen. ¡B a h! Si cada sus aciertos y en sus equivocaciones, 1 sus hombre casado con una mujer bonita y co- gallardías y en sus debilidades: No podemos diciada, naturalmente, de los que no tene- formarnos c l a r i idea de las figuras t r s t ó r i mos ninguna, estuviese expuesto por esa cas tan sólo. por la Historia general. N o nos sola razón a ser encartado en un proceso da ésta de aquéllas más que sus línea. gecriminal, la gente de. nuestro sexo se mira- nerales, como la lejanía no nos da de la ría mucho antes de dar su nombre a una montaña sino sus contornos. Esto, que quizá mujer 1 el a. es un bien para los pueblos, es un mal para Todavía si los antecedentes personales de ios gobernantes. Sus antece. jres se les preAlmazoff inspirasen recelos, habría lugar a sentan, ó d o t a d o s de cualidades que ellos no sospechar de él. Pero ese sastre, que, den poseerán nunca, o faltos de las m á s vulgares t í o de su oficio, es- adocenado, privadamente y comunes. L o primero les lleva el desalien-

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