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ABC SEVILLA 09-01-1930 página 3
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  • EdiciónABC, SEVILLA
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MADRID- SEVILLA 9 DE ENERO 1 930. SUELTO DE NUMERO 10 C T S PRADO DE SAN SEBASTIAN CERCANA A TETUAN, SEVILLA DIARIO ILUSTRADO. AÑO VI G É S 1 MOSEXTO N. 8.436 S U S C R I P C I O N E S Y A N U N C I O S MUÑOZ OLIVE. K K l ACC ION LA M I S A N T R O P Í A D E HENR 1 D E RüGNlER E s raro que, pasados los sesenta años, un honiDre imeiígente se haga uusiones sobre la nriuencia üe las virtudes humanas. Si h ¡vivido intensamente, su caudal de optimismo se agota mucho antes. Finge, por el bien parecer, que no ve la insondable miseria morai que le rodea, pero en eJ tondo está en ei secreto de que todo, o casi todo, es egoísmo y vanidad. Nos pasamos la vida haciendo grandes gestos, que no son sino anuncios üe pequeñas acciones. Con a; as de gorrión, cada uno de nosotros proyecta vuelos de aguda. E l espectáculo, por lo triste y por lo grotesco, acaba arrancándonos una mueca de asco y un encogimiento de hombros. ¿Cómo evitarlo sino escondiéndonos en una misantropía discreta? Yo envidio, no la inteligencia de mi vecino, que le expgne por esa superioridad a decepciones que yo, más torpe, no puedo experimentar, sino las rentas que le permiten aislarse y andar de incógnito en sociedad. ¡Qué hondo placer el del que ha dimitido todas sus funciones menos aqueilas meramente orgánicas e inevitables que aseguran el ritmo misterioso de la vida! Esa dimisión implica una serie de ventajas. L a gente no nos solicita, no nos interpela, no nos escribe, no nos trae en lenguas ni nos juzga. A l cabo de algún tiempo, como ya- no somos a iados ni riva es de nadie, como en torno nuestro no se crea ningún interés, la gente acaba por olvidarnos, y ese olvido es como un indulto. L o terrible es tener que actuar, que moverse, que alternar, que sostener unas ideas y combatir otras, que comentar lo que va ha sucedido v no puede dejar de ser lo que fué: que estar pendiente del calendario, del telégrafo y del correo, de los sucesos socia es v de las vicisitudes dé la vida púb ica. E l año antepasado conocí en Mallorca un sacerdote nonagenario, el cual me confesó que digería perfectamente y dormía ocho horas de un tirón. 1 Mujeres y hombres ¿Y cómo hace usted... ¿A qué se debe ese escandaloso éxito de su salud? -V e n g a usted acá... Mire usted... ¿V e usted esos cuatro baúles? Hice un gesto afirmativo. -Pues bien; están llenos de cartas y de telegramas sin abrir... Hace cuarenta años quí no me comunico con nadie... Este sacerdote es un sabio. Su primera resolución fué, naturalmente, de acuerdo con su ministerio, ignorar a la mujer fuera del confesonario. L a oía entre rejas, y como todas dicen casi lo mismo, porque el sexo es rutinario en sus culpas y en sus virtudes, concluyó por aburrirse, v se. hizo predicador para invertir los términos de la función. Más tarde, a consecuencia de un aire, contrajo una otitis, que lo dejó sordo, y como un sordo no puede predicar sin cometer extrañas disonancias vocales, que perjudican a la gravedad de la cátedra sagrada, el señor obispo de la diócesis lo baió del pulpito definitivamente. Fué un bien para él. según me lo decía nanamente, oues un sordo que renuncia a eer se instala en a antesala de. la b enaventuranza- -Y qué, ¿cómo andan las cesas en M a- drid? ¿Continúa Sagasta haciendo de las ¿Verdad? E l ideal de la amistad estriba en suyas? que podamos disponer del amigo, sin darle Estuve a punto de sacarle de aquel error, derecho a la reciprocidad. Conozco amigos por el cual suponía que Sagasta, enterrado que se querrían mucho si pudieran soporhace más de veinte años, seguía presidiendo tarse. Entre los hombres no existen lá disel Gobierno: pero luego me dije: E s a con- creción ni la indiscreción. Los unos repi. en fusión histórica no le impide a este santo en seguida lo que acaban de oír. Los otros varón comer a sus horas y dormir reposa- lo repiten más tarde, y todos acaban invendamente. Si corrijo su error destruyo la idea tando lo que no han oído. Encerrad en un que él tiene de España, obligándole a un cuarto a. diez amigos, de modo que no pueesfuerzo de reconstrucción, que puede per- dan escaparse, y. decidles que el último que turbarle. En la senectud, el cerebro, encari- sobreviva heredará un millón. ¡Y a veréis i o ñado con sus prejuicios, desconfía de las que ocurre... novedades y las acoge mal. ¿Por qué priHe oído decir a un muchacho: M i gran varle a este señor de la ilusión de que, al romper él sus comunicaciones con el mundo temor es enamorarme de una chica sin dote exterior, se paró en firme la política de su E l hombre se atribuye algunas veces todo el talento que niega a los demás. Del hompaís? bre se puede decir que tal vez no sea bueno- -T o d o sigue igual, padre cura... -le con- ni malo, sino que tuvo y aprovechó la ocatesté, alzando un poco la voz. sión de hacer el bien o el mal. L a misantropía de Henri de Régnier es ¿A qué seguir? Esta literatura desengade un origen diferente. No procede de su aislamiento de la sociedad, sino de la exce- ñ a l i y pesimista tiene un aoolengo muy 7 e siva frecuentación de sus semejantes. De jo- ti cuo. Antes de q- x Salomón nos dejase sus ven fué poeta v vivió una larga temporada j confidencias en ei Ecclesiastés, como se deja en las nubes. Fué ese. probablemente, el sólo la ceniza de un veguero que nos ha gustado período feliz de su existencia. Luego se hizo mucho, los poetas indios habían expresado novelista, no sé si por vocación o por nece- en fórmulas lapidarias el desamor de la vida sidad, y, natura mente, tuvo que abrir, como y el desprecio de sus vanidades. E l hasdo todo novelista de conciencia, un observatorio, no es sino el residuo sentimental del placer. que le informase de las pasiones y de las Toda esa literatura brota del tedio, que es costumbres de la gente. L a experiencia reco- ñlosóficamtnte más fecundo y elocuente que el gida sirvió al escritor para su arte, pero as- entusiasmo. E l optimismo alienta a vivir, y queó y entristeció al hombre. Antiguamente el pesimismo nos deprime. Siempre ha sido ¡os espíritus esclarecidos a quienes les ocu- igual. En el invierno senil, la nieve de la rría eso se hacían curas. Ahí están Lope, desilusión presta a los paisajes del alma una Calderón, Moreto y tantos otros de la misma melancolía infinita. Es el momento en que estirpe intelectual. Ahora se desahogan es- el pensador recapitula sus experiencias y cribiendo para el público. La otra so ución Hora o maldice sobre las ruinas de lo que me parece mejor, porque solamente la inti- dejó de ser. Todo moralista es un rencoroso midad con lo divino borra en nosotros el que se venga de las imperfecciones de la recuerdo de las porquerías humanas. ¿Qué naturaleza humana, a las cuales debió, cuan. precisa Henri de Regnier de la vida? Oigá- do era joven, sus únicas horas de feürn; 1 mosle. De las mujeres dice: L a s mujeres ¿Es que si la Humanidad fuese perfecta, si no son malas, pero las mejores no tienen careciese de vicios, podríamos haber gustasino la suma de bondad suficiente para que do en los verdes años ciertas embriagueces no podamos decir de ellas que no son bue- inolvidables? E l ilustre académico francés nas. Amar a una mujer quiere decir que pre- tiene la palabra, ferirnos los buenos ratos que nos da a las MANUEL B U E N O molestias que nos causa. Las mujeres son París, enero, T 930. rara vez amadas como ellas quisieran ser o: por un Dios todopoderoso, que sé lo diese 4 todo sin pedirlas nada. Las. mujeres ignoran lo que han olvidado. Las mu i eres se agradecen a sí mismas todo el bien que las hacemos. E l hombre es. según la mujer, responsable de todo; de la lluvia y del viento, del grano que las sal ó en la nariz, de! temblor de tierra v del vuelo de una mosca. E n amor no rife la experiencia. Si la hu U n a vez decididas a trabajar como hombiese, nadie amaría por segunda vez. Las mujeres se acuerdan más a menudo de haber bres -pienso, -sencillamente, que las mujesido amadas que de haber amado. Las mu- res no harán sino volver, con todo el caujeres admiten difícilmente c, ue no soporte- da! de ciencia adquirida y de responsabilimos de ellas lo que ellas no sufrirían de dad conquistada, a sus tareas ancestrales: nosotros. Hav en ciertas mujeres un no sé agricultura, educación, organización, cría y qué de intolerable, que hace que nos sean cuidado de todo lo que nace, desde la planta imprescindibles. Es realmente asombroso que al hombre. Para lo cual estudiarán apasiociertas mujeres no havan encontrado aún el nadamente la Química, tanto orgánica como hombre que las estrangule. Las mujeres se inorgánica, dejando casi exclusivamente el dan tanta maña en el disimulo de ti senti- campo de la Física y de las ma ernáticas miento verdsdero, como en. el simulacro. de para, nosotros los. varones; es decir, que a urt sentimiento falso. L a frivolidad es lo más los hombres nos incumbirá el estudio y manejo de las erzan que rigen, doman, d i serio de las rriuieres. rigen, encauzan, y subvugan a la NaturaVéanme ahora lo que piensa el ilustre noleza hostil y destructora, y a ellas el desvelista de nosotros. cubrimiento y aplicación de las afinidades, Y a es hora ae que pasemos al otro sexo. J v N U EVAS CA RTAS A LAS MUJERES Labor compartida f

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