Archivo ABC
ArchivoHemeroteca
ABC SEVILLA 10-01-1930 página 37
ABC SEVILLA 10-01-1930 página 37
Ir a detalle de periódico

ABC SEVILLA 10-01-1930 página 37

  • EdiciónABC, SEVILLA
  • Página37
Más información

Descripción

¡SEÑORA! HM. Para detalles, envíe ¿us señas claras por medió del cupón o n papel separado. U hL Señor director del LECEO DALMAU Calle de Valencia, 245- Barcelona. Nombre Calle Ciudad en a Í 4 tingos y facilidades de pagos. Renares, echarpes, pieles sueltas en todas clases, a precios increíbles. Reclamo: Petit- gxis, 3,50 ptas. LA CASA D E T, AS PIELES, Caballero de Gracia, 50, Madrid. morranas- Yarices- Uloeras Curación radical garantizada, sin operación ni pomadas. No se cobra hasta estar curado. Clínica doctor Tllanes. Hortaleza, 17, pral. izqdá. 10 a 1 y 3 a 7. RfllílÜíinR U d eczemas. Curación en 3 días, aun ulceraPomada 19 Dr. Piqueras. Caja. l pta. o s ¿P o r qué u s a u s t e d T O D A- V I A en s u c o c i n a el a l m i r e z t a n p e l i g r o s o p o r e l cardenillo o el m o r t e r o de m a d e r a t a n s u cio y poco r e c o m e n d a b l e en l a confección de salsas, p o r t r a n s m i t i r a cada u n a de ellas el gusto de l o s i n g r e d i e n t e s d e l a a n t e r i o r defecto éste q u e t a m bién tiene el m o r t e r o de mar- m o l p o r tener q u e usarse cori m a n o s de m a d e r a? QUE ANTES TRANSIGIERA USTED C O N ESTOS DEFEGr T O S T E N I A E X P L I C A C I Ó N no había o t r a clase de m o r t e r o s H O Y N O L A T I E N E desde que l a C a s a O T T O F U N K E f a b r i c a los M O R T E R O S D E P O R C E L A N A M A T E C O N M A N O T O D A D E P O R C E L A N A l o s cuales, a d e m á s de n o adolecer de l o s defectos i n d i cados, s o n M A S B O N I T O S Y M A S B A R A T O S P r e c i o s pesetas 1,50, 2, 3 y 4, de 10, 11, 12 y 14 c m D e v e n t a e n ferreterías, e s t a b l e c i m i e n t o s de artículos de c o c i n a y en casa del f a b r i c a n t e Fuencarral, 34, Madrid. Teléfono 15940. Si n o los encuentra en s u l o c a l i d a d remitiré franco embalaje y acarreo, c o n u n a r tículo de p r o p a g a n d a en p o r c e l a n a e n v i a n d o c o n el pedido el i m p o r t e e n sellos de 25 céntimos. 172 FERNANDE- Z Y GONZÁLEZ EL PASTELERO D EMADRIGAL lÓg ¿P a r a mí sacáis cordeles, ladrón escapado de la horca, y asi os venís hacia mí, que soy persona de Casa Real, y quitando esto, hombre capaz de a l morzarme diez corchetes como vos, como si me tragara diez guindas? Y haciendo atrás su pierna derecha, la dejó ir y i arrimó un tal puntapié en el vientre del corchete, que éste dio un grito como si le hubieran metido to, das las tripas en prensa y, sin poderse valer, cayó cuan largo era de espaldas y empezó a dar las voees más desaforadas del. mundo, apellidando favor al Rey y a la justicia, y de tal manera, que don R o (drigo de Santillana, que estaba trabajando con un escribano en una sala baja, ocupado con su feroz actividad de costumbre en el proceso del alboroto de aquella mañana, no pudo menos de salir al patio, y! del patio al- zaguán, porque tal vuelta de puntapiés j estaba dando el irritado Cacabelos al vencido cor- chete Lamprea, que éste ponía, el grito en el cielo ¡pidiendo socorro contra el asesino. L a ronda de Santillana estaba fuera, haciendo p r i siones a diestro y a siniestro en el pueblo, y no ha ¡bía en la casa. del alcalde más. gente que él, el es- ¡críbano de cámara Ruy JDávalos y dos viejas cria! das que servían al alcalde. J P o n Rodrigo de Santillana cegó y no vio, al pre sentarse a sus ojos el descomunal atropello de que Cacabelos, fuera de sí, hacía víctima al aporreado (Lamprea. D o n Rodrigo, aunque ya. de sesenta años, era un hombre de pelo en pecho, y tan propenso a í romper a palos su vara de justicia como a firmar una sentencia de horca. V e r aquello, entrar rápida ¡mente en la sala que había abandonado, coger de t un rincón su espada, salir con ella desnuda al za! guán e irse de punta sobre Cacabelos fué obra de algunos minutos. í Pero Cacabelos, que, como ya hemos dicho, era listo como una ardilla, y valiente como quien había) servido tantos años al Emperador en la brava cam- paña de Moneada, dio un salto de costado que hizo que el alcalde diese la estocada al aire, saltó de nue vo atrás porque el alcalde se le venía encima, se puso a la parte afuera de la puerta exterior y dijo, verdinegro de cólera; -Mire vuesa señoría lo que hace, que yo soy h i! C A P I T U L O VI era un viejo enjuto, negro, largo, que cuando joven había servido y sido alféS rez en Italia, llevando mucho tiempo y con valor la bandera de l a compañía del bravo capitán don Hugo de Moneada. Inválido en Pavía, en donde a pesar de su delgadez, que le hacía un bjanco muy difícil, había recibido cinco mosquetazos, pasó al servicio de la casa del Emperador, entre lo que podía llamarse clase media de la servidumbre; esto es, ni tan. alto como los gentileshombres n i los carmareros, n i tan bajo como los mozos de cámara, los palafreneros y demás gente menuda. Queríale el- Emperador, por ser hombre bravo, afable y listo, y con cuatro palabras familiares que el Emperador solía decirle alguna vez al paso, y con alguna palmadita en el hombro con que. solía hpnrarle alguna vez el poderoso Carlos V cuando eátaba de buen humor, habíase estirado tanto Cacabelos, que no había quien aguántese su prosopopeya ni quien le hiciese servir para nada, según andaba ensoberbecido, grave y tieso. Llévesele el Empe- rador a San Jerónimo de Yuste, cuando, llegando al colmo de su grandeza y de su política, se quitó de la cabeza la Corona cuyos cuidados y empeños eran ya mucho. peso para sus cansados años, y C a cabelos fué en Yuste lo que había sido en la corte: una figura inútil que para nada servía, como no fuese para irritar a todo el mundo con su soberbia: Pero murióse el Emperador, a quien hacía mucha gracia aquel singular personaje, por lo que nuestro hombre hacía lo que quería, y eclipsóse el sol. de la fortuna y de la vanagloria de Cacabelos. Felipe I I no gustaba de la gente soberbia, o, por mejor decir, no... consentía otra soberbia que la suya, y Cacabelos se J encontró sin amparo en la servidumbre de don F e lipe, obligado a hacer ¿que le mandaban para evitar que le pusiesen en (la calle; y como su soberbia anterior había irritado á muchos, de tal manera usaron y aun abusaron de él, le tenían siempre tan presente para enviarle acá y allá; que al poco tiempo Cacabelos, que en el fondo era un buen hombre, se ACÁBELOS C

Te puede interesar

Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.