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ABC SEVILLA 11-01-1930 página 3
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ABC SEVILLA 11-01-1930 página 3

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MADRID- SEVILLA 11 D E E N E R O D E 1930. NUMERO 10 CTS. DE DIARIO ILUSTRADO. A Ñ O V 1 GÉSIMOSEXTO N. 8.438 SAN SEBASTIAN. SUSCRIPCIONES Y ANUNCIOS: MUÑOZ O L I V E CERCANA A T E T U A N SEVILLA SUELTO KKD ACCIÓN PRADO LECTURAS Amor Estamos en. una capital de provincia y entre gentes modestas, que vivían, antes de la guerra, con cierta holgura. L a paz, que debiera mejorar las condiciones de su existencia, les ha traído dos sorpresas: una, disminución de sus rentas y un más hondo anhelo de gozar de las cosas. L a primera di 3 esas dos sorpresas es tan inevitable como la segunda, porque dependen de una rarefacción del dinero, consumido por la guerra y ele una transformación de la sensibilidad social, menos atenta ahora que antes a las preocupaciones morales, que solían disciplinarla. L a paz nos ha hecho m á s egoístas y tpenos e s c r ú p u l o s como si el fracaso de ciertas nobles ilusiones sostenidas por los filósofos, hubiese provocado un síncope de l a conciencia humana. Puesto que ni la religión ni la moral re- ¿Q u é tendrá mi Sofía? -se pregunta el Simultáneamente, ss opera en ella otra evolución sentimental. L a obsesión amorosa l a presan la barbarie de los pueblos en sus padre, afligido y alarmado. crisis de exaltación belicosa y en poco tiem- Se llama al médico, y éste reconoce a l a hace pensar en ¡a maternidad. ¡Casarse coa Pedro y ser madre de familia! ¡Q u é adorapo puede ser destruido lo que edificó la civi- muchacha. lización en siglos, ¿a qué preocuparas del -Bueno, doctor. ¿D e q u é se trata? ¿Q u é ble ideal... m a ñ a n a? E l carpe diem! del poeta deviene tiene mi hija? E l padre, testigo de aquella resurrección tui axioma. H a y que gozar del minuto preE l médico, que es, como la mayoría de su que sorprende al médico, no cabe en si. de sente. E l porvenir no nos pertenece. A l día oficio, m á s o menos psicólogo, formula un gozo. ¿Q u é importa el que los caprichos de siguiente del armisticio cada uno de nos- diagnóstico que deja poco tranquilo al padre. su hija y su afán de embellecerse le hayan otros se despertó con esta exclamación en- -M i r e usted; esta señorita no está cn- obligado a vender su, colección de estamlos labios: ¡C a r a m b a! Pues soy m á s salva- ferma de gravedad, pero necesita cuidados pas, sacrificando, al deshacerse de aquellas je efe lo que me s u p o n í a Esta exc ama- ¡especiales. N o hay lesión alguna de impor- obras de arte, uno de sus placeres m á s honción, al resonar en millones de conciencias, tancia, pero su estado general me preocupa. dos, si Sofía ha recobrado la salud? Pero, ha dado a la Humanidad la certidumbre de Es preciso levantar su espíritu... como aquel hombre es inteligente, llega el que el mal es eterno como el universo. Y Eí padre se queda perplejo. ¿L e v a n t a r su momento en que se pregunta con aprensiendo el mal inevitable, todos nos hemos he- espíritu? Luego ese espíritu está caído... sión cho esta reflexión: H a y que sacar de la ¿P o r qué? E l espíritu de una mujer soltera, Q u é v a a ocurrir el día en que la d i vida el mejor partido posible. Después, Dios que ha llegado a las cercanías de los treinta vina ficción se desvanezca? ¿C u á l será a dirá a ñ e s sin un amor serio, no se reanima ni influencia de la verdad en el alma de m i Ese estado de conciencia se refleja, como entona con medicinas. E l sol y el aire po hija? ¿S e resentirá su salud otra vez? es de rigor, en la literatura, que no es sino drán ser los coadyuvantes de su regeneraGabriel Reuillard sortea l a tragedia preun trasunto de la realidad. Gabriel Reuil- c i ó n pero lo que necesita es un hombre lard lo recoge en su novela Amor. Confieso con aptitudes y garantías conyugales. Pero vista y temida por el padre, desenlazando l a que abrí el libro con prevención. E l título los padres que pueden satisfacer las ilusio- intriga con una habilidad que le evita el esme pareció sospechoso. M e explicaré. L a nes de sus hijos en la infancia, comprándo- cribir los capítulos m á s difíciles de la nolascivia insatisfecha, que no puede bajar del les un juguete o procurándoles un recreo, vela. E l encanto no se rompe. L a ficción subcerebro al instinto, se desvía hacia la lite- pierden ese poder en cuanto sus hijos han siste. Pedro permanece ajeno a la intriga ratura, convirtiéndose en un estimulante afro- entrado en l a pubertad. A partir de ese pe paternal, pues ignora el papel que se le disíaco. E n los novelistas sin talento esa ríodo de la vida, los padres son testigos ha confiado en aquella comedia. U n día, sin lascivia nos repugna, como todo lo que mudos, y casi siempre impotentes, de los saber por qué, por una de esas rupturas del trasciende a mancebía. Pero hay novelis- deseos y de las ansiedades de sus hijos. A una equilibrio vital, posibles en los seres de satas inteligentes, como Víctor Margueritte niña se le puede comprar una m u ñ e c a pero lud frágil, Sofía se queja de nuevo. E l mal y algunos de sus discípulos, que nos la pre- el padre m á s abnegado no puede hacer que ha vuelto a instalarse en su organismo. Se sentan con cierto apresto moral, que es, el hombre que la gusta venga a pedir su siente otra vez decaída, triste y m á s disnaturalmente, pura apariencia, como si la l i- mano. Y la pobre Sofía está enamorada, puesta a recluirse en su casa que a disfrutar bertad sexual fuese una condición indispen- con amor profundo de capital de provincia, de los espectáculos imprevistos de la calle. ¿Q u é ha sucedido? Nadie, ni el médico, se sable del progreso de las costumbres. de un excelente sujeto, a quien conoce desGabriel Reuillard no pertenece a esa es- de la niñez. Pedro, que ha jugado con Sofía lo explica. Constata l a agravación y nada cuela. E n sus ambiciones estéticas no inter- en la edad feliz, en que los seres se miran más. Y entonces la enferma escribe a su noviene para nada la cantaridina. E s un escri- sin que el deseo empañe sus ojos y la llama vio- -a su novio ideal- -una carta, renunciantor limpio, que nos gana en seguida pol- del instinto encienda su sangre, no se ha dado do al amor. E l l a pobre enferma, no se sienla nobleza de sus gustos. Y a he dicho que su cuenta de que es amado. L e separa de Sofía te ya con energías para construir un hogar; novela transcurre entre gentes de condición el mar, como distancia material, y la timi- el hogar que necesita un hombre como P e social modesta, en una capital de provincia. dez de ella, que es como una distancia que dro, con hijos, con muchos hijos... Y aquel adiós a un amor que no ha exisLas dimensiones de una ciudad no son ex- pone el espíritu entre nosotros y nuestras t r a ñ a s a lo que pasa en nuestro espíritu. L a ilusiones. ¡S i Pedro adivinara! Entre tanto, tido, generosa invención de un padre que, aldea y la capital no nos impresionan de el tiempo pasa, y la muchacha descaece y se no pudiendo crear con la verdad la ventura la misma manera. E n el pueblo el espíritu ahila como una planta privada de sol. E lde su hija, se hace el arquitecto de una dulse dispersa menos que en la gran urbe, y sus padre, caviloso, no sabe qué hacer para le- ce mentira para que sufra menos, deja en reacciones son m á s profundas y durables. vantar aquel espíritu. De pronto se le ocurre nuestro espíritu una impresión de tristeza, E l recogimiento ir. timo es más fácil, porque una idea genial: envolver a su hija en una que luego se atenúa poco a poco, recordando las cosas ambientes nos solicitan menos. A onda de amor, simulando una declaración de que en nuestro tiempo los padres no necesi- menos de poseer una poderosa capacidad de Pedro. T a l maña se da el pobre- oleccionis- tan buscar el amor o su equivalencia para concentración, el artista produce tiejor en ta, que Sofía cae en aquel a r adijo de la sus hijas... el aislamiento jus en el ruido. Casi todos ternura paternal. A l principio las cartas de M. VXVÜL B U E N O los grandes escritores lian compuesto sus Pedro no son sino insinuaciones de, una; obras en el campo, Barcelona, enero, ijga, Pero no quiero divagar m á s y entro de vaguedad, que poco a poco se concreta cr. Heno en mi asunto. U n rentista modesto, la ofrenda de un amor. E l l a conmovida, viudo, vive con su hija única en una ca- acepta aquel homenaje sin dejar ver su enpital de provincia. Cuando se dice de una tusiasmo. Todo sentimiento- profundo, inclufamilia que se administra con orden, eso so l a amistad, es pudoroso. A l descubrirse significa que no satisface todas sus necesi deja en la penumbra del corazón l a mayor dades. Cada día impone a los que viven con parte de su riqueza. Sofía paladea las frases orden una renunciación. S i se trata de la de amor que escribe su padre y que ella umujer, y la mujer es joven, el sacrificio es pone de Pedro, como un elixir. Y su salud más doloroso, porque su sexo tiene una ma- mejora. yor sensibilidad que el nuestro a lo superDe día en día se la ve renacer. E l apetifluo. E l rentista ha conseguido salvar de to vuelve, su rostro recobra el carmín que sus quebrantos económicos una colección de da el oxígeno a la sangre, sus ojos briestampas, lo cual es como defender un vicio llan y sus labios sonríen, vlquella resurrecdel espíritu. Después de su hija, la pasión ción despierta, como es natural, en l a mude aquel hombre es su colección de estam- chacha todas las reservas de coquetería que pas. E n esto, l a muchacha, que anda ya muy guarda el sexo para cuando quiere conquisadelantada en la primavera de la existenjia, tar algo que importa a su placer y a su felise siente enferma. Su malestar se manifies- cidad. Sale, va a los teatros, se asoma a los ta con una desgana de todo, que tiene, como escaparates, se retoca con afeites el rostro, síntomas visibles, una falta total de apeti- se adorna de acuerdo con la moda y se ento y una melancolía sin causa. trega, contenta, a la corriente de l a vida.

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