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ABC SEVILLA 21-02-1930 página 4
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  • EdiciónABC, SEVILLA
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KX PARA T M iXISTIZKK) nt: t; XSTHl iCION V i. K sf oi. A FI giar desventuras; pero todo se desarrolló nes sufridas en el ambiente público dé Eurotranquilamente. Cuando se habla de los hom- pa. Estamos bajo el influjo de una acción bres públicos españoles del último tercio del general, y no es de razón referir sólo a E s siglo x i x se cometen injusticias sólo funda- paña perturbaciones extendidas a todo o casi das en la ignorancia o en la mala fe. Per- todo el continente. ¿S e r á decrepitud de esta sonajes como los de aquel tiempo no han te- parte del mundo, asiento y gala de mayores nido iguales en los posteriores. Las tallas excelsitudes? N o me atrevo a responder, pero mentales y la robustez de los corazones se es lo cierto que sentimos flaquezas, debilimodificaron tal vez con el andar de los años. dades, distracciones, indiferencias increíbles. Durante la Regencia española hubo posi- Los caracteres perdieron energía, resolución, tivo avance del país. Tuvimos régimen par- acometividad. Los músculos están más vigolamentario continuo; en ese tiempo, todas, rosos, pero los cerebros suelen tener meabsolutamente todas las Cortes convocadas nos brío. fueron disueltas sin cumplir el plazo previsCon la muerte de la Reina madre hubo en to en diferentes Constituciones. Pues bien, las primeras Cortes de la Regencia de don todo el país señales de efectivo duelo; todas Alfonso X I I I estuvieron a punto de ser fe- las clases sociales, pues las hay todavía, dieliz excepción. M á s de cuatro años duraron, ron señales de pesar. Las modestas, rindieny su plazo constitucional era de cinco, en do culto merecidísimo a quien demostró remal hora interrumpido. E n ese periodo ir- petidamente sus inclinaciones favorecedoras guióse en E s p a ñ a todo el edificio democrá- del bien; las clases empingorotadas, -porque tico. Sufragio universal, Jurado, cuantas dis- con su pérdida creyeron perder í- lgo fundaposiciones aconsejaron a Castelar que ple- I mental. Los políticos del llamado régimen gase la bandera i- publicana. F u é aquel pe- viejo consideraron que con los restos de la riodo amplio, transformador, en realidad fe- egregia dama se enterraban muchos recuercundo para E s p a ñ a y donde se manifestaron dos y también bastantes ilusiones, si las telas condiciones de l a Reina Regente. Celosa nían. A la fosa fueron, para quedar sepulcumplidora; de sus deberes constitucionales, tados, tendencias, aspiraciones, afanes, n no se apartó por nada de ellos, pensando en verdad muertos. N o estamos en período de sus hijos y atendiendo con escrúpulo a cuan- tránsito, sino en el de absoluta y radical tas obligaciones le impuso su elevado papel. transformación. Cuantos piden, esperan y H a b í a puesto la vista en cuanto interesaba desean la devolución de algo perdido, son al país, y no tuvo vacilaciones de ningún g é- ilusos, sueñan. Los muertos, cuando lo están nero, siendo Soberana digna de los mayores de veras, no resucitan. Del mismo modo que respetos. en la vida, al través de transformaciones, L a correspondieron, en verdad, tiempos a masa inerte alienta, nuevos seres, que la propios para capacidades extraordinarias. substituyen y modifican, el organismo políEra cuando se reunían en un mismo Par- tico destruido engendra formas nuevas para lamento Castelar, Cánovas, Martos, Salme- reemplazarle. Por eso los rumores constanrón. P i y Margal! Canalejas, Maura, Váz- tes entre nosotros son inútiles; sirven tan quez de Mella, nombres borrados por la sólo para perder el tiempo, manteniendo esmuerte, pero cuya grandeza crece a medida peranzas de unos e intranquilidades de otros. cue pasa sobre ella el tiempo. Había enton- Lo antiguo se fué para siempre, pero se ces bastantes segundones, y para convertir- acerca lo futuro... ¿P a r a qué urdir cabalas los en primerísimos los desearíamos después, y entretenerse en acertijos? Buenos está: cunque vuelvo a recordar las modificacio- los tiempos para acertijos... N o cabe esperar acontecimientos que signifiquen algo igual a lo extinguido. Representa para muchos, especialmente para cuantos sentimos el peso de l a vejez, una hondísima contrariedad asistir al cambio de caracteres y costumbres a que en vano nos referimos, creyendo que serán restaurados. Presenciamos una transformación radical sima, ante la cual de buen o de mal grado hemos de inclinarnos. ¡Qué remedio nos queda! Pedir que retoñen aspiraciones marchitas es una temeridad. Habrá, sin duda, cambio completo de las circunstancias nuestras pero mirando a lo nuevo, según corresponde a la marcha de los tiempos. Retroceder es más difícil aún que estacionarse. J. F R A N C O S R O D R Í G U E Z M A L A G A Y SUS M O N U MENTOS La Catedral No experimentaréis, en su recinto, esa emoción sugerida por el recuerdo de adarvantes leyendas. N o sentiréis tampoco, bajo sus arcos, esa obsesión mística que caracteriza la influencia del lugar sobre las almas en otras Catedrales. E n la basílica malagueña la idea religiosa está manifestada por una sabia armonía de lo grande con lo gracioso, de lo espíendido con lo sencillo. Urna elegancia austera preside el templo sin distraer la piedad de los visitantes devotos. Todo mueve a respeto en él, pero con un requerimiento amable. que inspira confianza. Y sin embargo, es solemne la Catedral de Málaga. Corre por sus naves una luz discreta, que llega hasta el último rincón, destacando bellezas y primores, ostentados coií una cristiana modestia. 1 ir íimiif imm m a n i r i n i n m i i rranrim rr

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