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ABC SEVILLA 13-06-1930 página 3
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ABC SEVILLA 13-06-1930 página 3

  • EdiciónABC, SEVILLA
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MADRID- SEVILLA 13 D E 3 930. 1 U N Í O. DE DIARIO DO. ILUSTRAVIGÉ- AÑO NUMERO 10 C T S CERCANA A T E T U A N SEVILLA S 1 MQSEXTO N. 8.569 SUELTO REDACCIÓN: PRADO P E S A N SEBASTIAN. SUSCRIPCIONES Y ANUNCIOS: MUÑOZ OLIVE. CÁNOVAS DO Y EL, CRE- CONSERVADOR Una obra de Benoist Días atrás ocupaba la atención de los eruditos y políticos un libro sobre Sagasta. H o y promueve merecido interés el volumen de Charles Benoist, titulado Cánovas del Castillo. La Rcstmtration renovatrice (Par í s Plon, 1930) Natural es que ambas figuras susciten curiosidad, y estudio en nuestra época, en la que nadie destaca, pareciendo como si algún rodillo compresor hubiera nivelado i n teligencias, fisonomías, cuerpos y almas, mostrándose ante nosotros, cual paramera esteparia, la planicie sin límites de la i n significancia de la insuficiencia y de laigualdad, no yá ante la Ley, sino ante la mol i c i e desoladora. Diríanse lanzados hoy los acentos de honda pena, mezclados con sincer a confesión, que Castelar exhalara en su discurso de 26 de mayo de 1874. N o recog e r é el cuadro que pinta de los horrores del verano anterior, en que hubo momento en que creímos completamente disuelta a nuestra E s p a ñ a cuadro- del que Benoist no juzga exagerado afirmar que tiene algo de dantesco Y ello se debe a que en España los males provienen de dos causas, seg ú n Castelar: de que el Poder, cuando tiene la fuerza, no piensa más que en los golpes de Estado; y el pueblo, cuando a su vez cuenta con esa fuerza, no sueña sino con las revoluciones. Aquí nadie piensa en la legalidad. Los golpes de Estado fundan Gobiernos, que son Obedecidos, pero no respetados; las revoluciones, por su parte, promulgan reformas, que son fáciles, pero no duraderas. E n los golpes de Estado y en las revoluciones todo nace de la improvisación, sin que cuente para nada el creador y el conservador de todo lo que es grande y sólido: el tiempo. E l criterio de los golpes de Estado, como el de las revoluciones, me parece ser el mismo: el éxito a toda costa; los medios son iguales: la arbitrariedad y la violencia; los fines idénticos: o un Poder- o una democracia por la fuerza. ¿De qué se trataba para España en aquel decisivo y supremo año de 1874? Nada menos que de rehacerlo todo. Rehacer un Gobierno que gobierne, es decir, que mande y sea obedecido. Reponer la M o n a r q u í a reparar el orden y la paz; forjar una razón al pueblo enloquecido. 6 extraviado por seis años consecutivos de agitación; reinstalar la nación y sus órganos de Gobierno, de autoridad, restaurando, antes ésta, ao sólo en teoría o en doctrina, sino en sus. medios de acción, en sus instrumentos; sanear la Hacienda, curar el Tesoro, reanimar la- producción y el comercio; restablecer en los espíritus e! sentimiento de la seguridad. Infundir de nuevo en los corazones el amor y la voluntad de vivir una vida que valga la pena de ser vivida, y que no sea, como la de los seis últimos años, una serie de pequeños muertos. Pero. ¿a oué fecha nos referimos, a 1874 ó a 1930? M i confusión a medida que leo es disculpable, porque el parecido de épocas, en punto a rehacimientos necesarios, no puede ser mayor. Cánovas acudió a tiempo con el remedio debido, después de demostrado que el des: tino de las revoluciones es el de ser devoradas por los revolucionarios, y que la. R e pública no podría ser conservadora m á s que sin republicanos E l manifiesto de Sandhurst proveía a la necesidad sentida por E s p a ñ a en orden a l a vuelta a su derecho constitucicnal, pero tradicional, histórico. Allí se ofrece una M o narquía hereditaria, representativa, salvaguardia de los derechos de todos, flexible, parlamentaria, moderna, católica, liberal. L a Constitución de 1876 recogió dicho espíritu, dotando a aquélla de movilidad, para que a su abrigo, a la sombra de su origen histórico y tradicional, le sea dado orientarse hacia lo que pudiera ser y a ú n no hubiera sido, gracias al molde moderno de una Constitución que aspiraba a ser l a ley de las leyes, por tener la característica de toda buena legislación, conviene, a saber, ser bastante pronta para seguir l a vida a cada paso y suficientemente dúctil- para modelarse a cada instante sobre aquélla. Así es como consiguió Cánovas hacer que un príncipe leal y un pueblo libre se entendieran y se concertasen en todas las cuestiones a resolver, y lograr por la ventaja del régimen parlamentario que el partido en el Poder i m plante lo que el de oposición no hubiera podido hacer, y que éste, en su turno, no deshiciese lo que. su rival planteara T a l fué la obra de 1876 hasta 1890, realizada por Cánovas merced a la evolución constitucional de la Monarquía, restaurada según su doctrina, y maniobrando conforme a su táctica. A la sazón había un- dilema: la anarquía o la Monarquía- H o g a ñ o añadiríamos anarquía o Dictadura, y en los casos recientes: bolchevismo o zarismo, revolución o fascismo, descomposición o Dictadura, etc. Siempre los extremos; nunca los términos medios, por vic del meazo. Y sin embargo, el volumen que comento nos suministra una leción y un ejemplo. L a forma de asimilarnos la primera y de seguir el segundo es bien sencilla, y. la da un pequeño opúsculo que sale. estos días en Londres: What is conservatism? (por Keith- Feiling, London, F a ber) Conservar intacta la f aldea antigua del edificio, -experimentada por siglos de uso, i y, sin embargo, hacer nuestra acción tan móvil, las vías laterales tan abiertas, las avenidas tan amplias para todos, que reformemos sin devastadoras experiencias, y hagamos; justicia sin mutilar las cualidades nacionales. Sobran clases, esferas, categorías y aun masas conservadoras- (que por tales tengo a: las campesinas, a las artesañas y a no, pocas obreras, que comprenden que su mejoramiento depende del acuerdo y concordia entre. él trabajo y el. capital) Con ansia clanian- todas por verse interpretadas y defendidas. Quienes sirvan para gobernar quedas recojan y articulen. cia del Ateneo, al comparar l a desproporción entre l a magnitud del cometido y los hombres que hubieran debido ejecutarlo! Q u é obra tan grande para emprendida por el paitido conservador... si al partido conservador se le encontrase por alguna parte! EL VIZCONDE D E E Z A RINCONES MALA- GUEÑOS Torremolinos Torremolinos merece m á s de una visita y más de una crónica. Este risueño pueblecilio costero, incorporado hoy a la ciudad por una irresistible simpatía y una mutua atracción, era- -otros tiempos- -para los malagueños término de penoso viaje. Nuestros abuelos, para llegar a Torremolinos a p r i ma tarde, habían de partir de Málaga con el alba y afrontar con paciencia las incomodidades de una media jornada durísima a lomos de m á s o menos poderosa caballería, o acomodados en l a trepidante banqueta de una tartana. Así y todo, Torremolinos ejercía su influjo sobre la capital y amorosamente atraía hacia sí a los veraneantes con el rumor de sus playas y la alegría de su campiña. Poco a poco la ciudad fuese ensanchando hacia el bello rincón, construyendo villas y palacetes muy majos a lo largo de la carretera, la cual, renovándose, ha quedado convertida en una de las mejores de E s p a ñ a Las Empresas de autobuses rivalizaron en lujo, rapidez y economía. Y al conjuro de tantos esfuerzos, el pueblo dejó de ser pueblo para trocarse en barriada ciudadana. Sin embargo, pese a la injerencia o a l a fusión; pese al ambiente de modernidad que en Torremolinos se respira, éste conserva su carácter, su tipismo, con la avaricia de los humildes que conocen su mérito y no abdican de sus tradiciones, acaso porque el placer que ellas les dan es superior a todas las vanidades e x t r a ñ a s P o r qué aman los pescadores su oficio? ¿Por la pobreza i n manente de la clase. ¿P o r la miseria que les agobia? De fijo que no. E s una recóndita y tradicional afición a 1o suyo lo que les alienta; una- egolatría inexpresable lo que les engrandece; una esperanza vaga y alta- ñera lo que les mantiene; un amor arrastrado, de generación en generación, lo que les enfervoriza, les enamora y les predispone al sacrificio. Hacen de su trabajo, no un medio vulgar, sino un fin romántico. Ellos no saben expresar nada de esto; pero lo saben sentir, y son felices con su pobreza, con su ignorancia y con sus privaciones. N o renunciarían j a m á s a su pobre vida llena de sol, de luz, de cielo y de mar. Torremolinos tiene su playa, y en ella una nutrida colonia de pescadores. Pero hoy vamos a hablar sólo del pueblo. Nos quedaremos tierra- adentro, observando las escenas callejeras, admirando los paisajes; nos detendremos a comer en una venta antigua, que antes fué Casino, y cuyo patio, cerrado por rústico cañizo, ofrece grata sombra a los conocedores del barrio; recorreremos las callejas empinadas, sorprende remos simpáticos grupos de preciosas zagalas e inocentes escarceos de la haraposa chi- Desgraciadamente, sobran aspirantes al Gobierno; pero con un individualismo, de grupo o de capilla, disgregador, que nos ha hecho a muchos perder la fe en la política, refugiándonos en los sectores de las actividades ciudadanas y sociales, movidos por el convencimiento de que no hacer m á s que política es hacer muy poco de provecho en esta vida. A y de los que den motivo para re. cordar las palabras de Silvela en cierta conferen-

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