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ABC SEVILLA 11-07-1930 página 3
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ABC SEVILLA 11-07-1930 página 3

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MADRID- SEVILLA 11 D E J U L I O D E 1930. NUMERO 10 CTS. SUELTO REDACCIÓN: PRADO D E SAN SEBASTIAN. SUSCRIPCIONES Y ANUNCIOS: CERCANA A TETUAN, SEVILLA- ABC 1 DIARIO ILUSTRADO. A Ñ O VIGÉS 1 MOSEXTO N. 8.593 MUÑOZ OLIVE, ESPAÑA Naufragio Vn personaje se halla rodeado de especies diversas; unas son reales y otras son intelectivas; unas son materiales, tangibles, y otras están creadas por la imaginación. U n ambiente de realidad e irrealidad rodea a este personaje; él mismo no sabe dónde comienza un mundo y dónde acaba otro. Se le ofrecen todos los dias motivos de elección entre uno y otro mundo; no acierta el hombre que retratamos a decidir entre la realidad y el ensueño. Y como forzosamente es preciso decidir; como la vida no se puede detener, nuestro personaje acaba por tomar lo ficticio por lo real, y lo real por lo imaginado. E l mundo se ha creado por la imaginación, tal vez es m á s sólido, m á s real, que el que efectivamente existe; o acaso, sólo hay un mundo: el ficticio, que nosotros nos empeñamos en desdoblar y queremos que tenga en el mundo real una duplica que sólo existe en la sensibilidad de algunos hombres. Sintiendo de este modo nuestro personaje, su vida ha de ser una perpetua ilusión, todo su esfuerzo h a b r á de tender a que lo real no destruya el mundo de entelequias que él se ha forjado y en que tan a gusto vive; en la vida, poco a poco, todo ha ido transformándose a sus ojos; no son sólo los seres vivos los que tienen un carácter, para él, distinto que para los otros hombres; también las cosas revisten formas que los demás no podemos ver o que acaso desdeñamos. S i paseamos por un bosque, naturalmente, veremos los árboles tal como son; los árboles tendrán, claro es, raíces, troncos, ramas y hojas; pero para nuestro personaje, los árboles son otra cosa; los árboles son una ancha hoja de papel blanco o de pergamino; en esa blanca extensión se muestra una diversidad de cuadradlos o de círculos que van ramificándose, que descienden de un cuadrado o círculo, que está arriba, y que forman como un frondoso árbol de líneas rectas o circunferencias. Ante la vista tenemos un árbol, s í pero un árbol genealógico. Y si pensamos en una de esas redes complicadas y sabias que forman los ingenieros, en una red geodésica, fatalmente nuestro personaje habrá de ver en ella una red que es más eficaz que las redes de los pobres pescadores; m á s poderosa que esas recles que los pescadores tienden en los mares o en los r í o s puesto que esta red maravillosa, llamada geodésica, pesca el mismo r í o el río, todo él, es pescarlo con esta red. E l lector acaba de ver cuál es el procedimiento central, la esencia de la psicología literaria de Valentín Andrés Álvarez. De Valentín Andrés, que acaba de publicar una novela que lleva el título de Naufragio en la sombra. Algunos de los ejemplos citados para la demostración de nuestra tesis, están tomados de esta novela. Si después de leída pensamos en Tararí o en Al volver del gran viaje, dos obras dramáticas de Valentín A n drés, veremos confirmado el juicio que acabamos de exponer. E n Tararí, los locos no son los locos; las especies intelectivas que ellos han creado son más reales que las efectivas: en Al volver del gran liaje, el personaje central no es el que los demás creen; ese personaje no es él, él es el otro; es un antecesor suyo que regresa de un largo via- dónde estaba la novedad que por el solo heje, el m á s largo de todos los viajes, tanto cho de haber nacido a última hora aportaque hay muchos- -puede el lector creerlo- -ban al viejo mundo en que habitamos. Y que no regresan. Pero este personaje sí ha sin embargo, esa originalidad, ese espíritu vuelto; ha vuelto y está allí, en l a escena, nuevo existen. Y lo he descubierto, no en haciendo las mismas cosas que haría su los cafés ni en los cenáculos literarios, naantecesor. L o malo es que si, en efecto, vol- turalmente, sino a bordo de los aviones que viera su antecesor, se encontraría el perso- cruzan los cielos de España. U n aeroplano es ya un lugar distinto de naje en el más temible de los compromisos. Pero esa sería, querido Valentín Andrés, un Club o una botillería. U n aeroplano en otra comedia. E n l a novela, en Naufragio en vuelo es un pequeño mundo diferente del hala sombra, en que tantas cosas delicadas se bitual, en el que todo, hasta la perspectiva encuentran, una linda muchacha no sabe lo del panorama. terrestre, se nos muestra de un modo insólito, como j a m á s ha podido que es ni quién es; ha nacido en E s p a ñ a verse desde una diligencia o un tren o desde se ha educado en los Estados Unidos; se la borda de un buque. Las visiones que se llama Dorotea; el nombre que en los E s- obtienen desde el avión son las que han tados Unidos le dan es el de Dorothy. ¿Es dado origen a ciertas modalidades del arte Dorotea o Dorothy esta linda muchacha? pictórico, y decorativo moderno. Pero lo No se trata, como supondrá el lector, de sólo m á s interesante del avión es el hombre que el nombre; la diversidad en la persona mis- lo maneja. Y sobre esta frágil armadura ma de la muchacha es m á s honda. L e en- de madera o de aluminio, en esta máquina cuentran en el pueblo que se parece a una veloz con que se ha realizado ese antiguo abuela suya, y desde este momento, Dorothy sueño humano, de volar por el espacio sin ya no es ella, sino su abuela. Dos jóvenes, límites, es donde en verdad parece que la primos hermanos, están practicando un de- juventud de nuestro tiempo da la medida porte en el campo; de pronto, los dos des- de su optimismo inteligente, de su valor aparecen y no son más que uno, uno que sereno en que se dosifican la prudencia y el arrojo, y en que se alian por modocotidiaes un antecesor de los dos jóvenes. ¿Somos realmente nosotros, querido lector, no el trabajo fructífero y el espíritu de aventura. Idealismo de un oficio oue cono somos otros distintos de quien somos? ¿E s siste en hender horizontes y minuciosidad toy yo escribiendo en la máquina o es quien de técnicos que han de conocer en cada insescribe un bisabuelo mío? Las especies inte- tante la vida trepidante de los motores que lectivas se confunden en nuestro cerebro, parecen animados de un espíritu amigo de lo que ha sido torna a surgir en nosotros; sorpresas burlescas y terribles. Los aviamuchos de nosotros volvemos ahora del gran dores son una mezcla de acróbatas y naviaje; las sombras no son nuestros ensue- vegantes; y es verosímil que esa vida tan ñ o s las sombras son las realidades efecti- singular, que se desliza en un ritmo infinitavas. Y si naufragamos, no naufragamos en mente más apresurado que la de los otros nuestros ensueños, sino en los arrecifes y ba- hombres, modifique el alma de estos muchajíos de la tosca y grosera realidad. Y éste es chos, la haga m á s desinteresada e ingrávida, el epílogo inevitable de Naufragio en la som- más penetrante también por el hábito de bra y de toda la obra, tan atrayente, de V a- examinar las cosas desde arriba y por la experiencia de resolver con frecuencia situalentín A n d r é s Alvarez. ciones críticas sin m á s tiempo de reflexión AZORIN que el que consiente la caída de los cuerpos. LA V I D A N U E V A Pilotos Cuando, hace algunos años ya, se suscitaba entre gentes que se decían conocedoras de aquel país el problema de la pacificación de Marruecos, no era raro que alguien, si se sugería la conveniencia de desarmar a los moros, alegase la imposibilidad de hacerlo. -E l moro tiene una psicología especial- -afirmaba. Y eso? -E s un ser indómito por naturaleza. N o le gusta trabajar ni pagar los impuestos. Y o siempre pensaba que si toda la singularidad del beréber estribaba en eso, el número de bereberes que se ignoraban a sí mismos era grande entre mis conocidos. Y hasta me confesaba serlo yo también un tanto por el escaso entusiasmo con que pago las contribuciones y por la exigua espontaneidad con que me pongo a la tarea cotidiana. Pues de idéntico modo he solido razonar cada vez que oía hablar de la originalidad y las características sorprendentes de las generaciones españolas nuevas. Nunca hallé én ellas virtudes ni vicios distintos a los que el mozalbete de- todas las épocas ha solido mostrar, ni había acertado a ver Porque una de las impresiones m á s gratas de la Aviación civil es l a que se experimenta viendo la. juventud de los que manejan y conducen los aparatos y hasta de los que van en ellos como radiotelegrafistas. Todos son muchachos que apenas transpusieron los cinco lustros. Y o he conocido ahora tres pilotos, que todos los días van de Madrid a Barcelona a Sevilla, se alargan a veces hasta Marruecos y aun a Canarias. E l aparato en que vuelan cuesta 50, 60.000 duros. L o mismo el costoso artefacto que los ocho o diez viajeros van entregados a su pericia. Y estos pilotos- -que hace pocos años eran adolescentes todavía- -cumplen su misión cotidiana con tal discreta elegancia, que, por el solo ejemplo de su presencia y de su acción silenciosa, ahuyentan el temor del pasajero más pusilánime. Cuando el avión avanza sobre. las tierras montañosas y desiertas, como sobre un inmenso rebaño de monstruos inmovilizados en no se sabe qué apocalíptica espera, un poeta hallaría algo de arcangélico en el piloto j u venil que gobierna el gran pájaro plateado. Pero dentro del avión ningún tripulante asentiría a tales hipérboles. L o que hacen es escrutar el horizonte, consultar los registros que van reflejando en cada instante la vida interna de los motores, leer ¡os partes meteorológicos, señalar, si acaso, con

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