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ABC SEVILLA 09-08-1930 página 34
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ABC SEVILLA 09-08-1930 página 34

  • EdiciónABC, SEVILLA
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P r o g r a m a y C o n t e s t a c i o n e s en el a n t i g u o y a c r e d U tado INSTETU O R E U S P R E C I A D O S 23; P U E R T A DEL- SOI 13, y M A Y O S 1, M A D R I D cuyos números y n o m b r e s se p u b l i c a n e n e l prospecto que regalamos. T e n e m o s i n t e r n a d o inM (lt fl 9 HMf ¡iQ ik B VIiiSPÍíTIPft P l a z a s c o n 3.000 ptas. Se a d m i t e n señoritas. N o se exige título. P a r a e l p r o g r a m a j? B w 39 flfi? i i0 ESssV M tíB 3 U H i B V n oficial, c o n t e s t a c i o n e s y preparación en las clases o p o r correo, diríjanse a l IiVS T I T U T O R E U S P R E C I A D O S 2 3 P U E R T A B E I SOL, 13, y M A Y O S 1, M A D R I D E n l a s últimas oposiciones o b t u v i m o s 17 plazas, entre ellas la. numero señoritas y j a n u m e r o a de varones. R e g a l a m o s prospecto detallado. 1 d a m E RQDRIGUEZ- SOLIS L O S G U E R R I L L E R O S D E 1808 535. U n rasgo para terminar: a l retirarse los paisanos de l a batería de 3 a Veterinaria, Romeu cayó herido en los brazos de don L u i s Peñaranda, que no se apartó de su lecho basta verle restablecido. U n a yez mejorado, los dos amigos salieron de M a d r i d Romeu olvidando sus asuntos, y don L u i s abandonando a l a condesa, y regresaron a Valencia a fin de levantar el espíritu público con l a relación de. todo l o ocurrido en l a capital y organizar las guerrillas para tomar en breve sangrienta venganza de su forzada derrota. Extraña c o n d u c t a de N a p o l e ó n JLá. conducta de Napoleón durante su permanenfcia en Madrid, y aún podríamos decir en España, ¡aparece extraña, incomprensible, llena de vacilaciones. Enamorado quizá de nuestro país, que él mismo declaró. no conocía, duda entre ceñir la Corona de España o reponer a su hermano en el T r o n o y aunque parece adoptar esta última idea, cuenta siempre con que los acontecimientos, o su voluntad, le obliguen a decidirse por la primera. U n a mañana, de improviso, acompañado de su hermano José y de un numeroso séquito, abandonó su residencia de Chamartín, y penetrando en M a drid por l a Puerta de Recoletos, atravesó el Prado, y por l a calle de Alcalá, Puerta del Sol y calle M a y o r se dirigió al Palacio Real, subió pausadamente la escalera, y al llegar a l a primera meseta puso l a mano ¡sobre uno de los leones que asientan en l a balaustrada y dijo: -Je la tiens en fin, cette Éspagne si desirée... Paseó después l a mirada por la magnifica esca lera, y anadió, volviéndose a su hermano: -Mon frére, venís serais tnieup lo ge que moi. Penetrando después en los salones del Palacio se hizo enseñar el retrato de Felipe I I ante el cual permaneció silencioso algunos minutos, y poco después regresaba al campamento cíe Chamartín (i) r t 0 N Ayudante del duque de Angulema, José, poco satisfecho del frío recibimiento que Napoleón le había hecho, así como del triste papel que le obligaba a representar ante sus vasallos; dudoso acerca de las intenciones de su hermano, y no queriendo hacerse cómplice n i solidario de ciertos actos, se retiró a l a Moncloa y después al Pardo, lo cual en nada cambió los proyectos del Césav. Desde su Cuartel general de Chamartín decidióse Napoleón a dictar decretos, como si fuera el Soberano de España. Empezó proscribiendo a los individuos del Consejo de Castilla, llamándolos cobardes e indignos de ser los magistrados de tina nación brava y generosa. Suprimió el Tribunal de la Inquisición, los derechos señoriales y las Aduanas interiores, llevándolas a las fronteras. Dispuso l a reducción a una tercera parte de las comunidades religiosas, declarando sus bienes propiedad del Estado. Renovó la venta suspendida de las Memorias pías y prohibió la reunión de encomiendas en una sola persona. Conocedor del deseo de reformas que tenia España, pretendía con estos decretos ganar la voluntad de las gentes ilustradas. A fin de lograrlo mejor publicó un largo manifiesto a los españoles, de! que vamos a extractar varios párrafos: Algunas marchas me han bastado para destruir vuestros ejércitos. H e entrado en Madrid, podía l a var con sangre vuestros ultrajes, y sólo he escuchado la clemencia. Habéis querido que a los derechos que me cedieron vuestros príncipes añadiese los de l a guerra; sin embargo, ejuiero aún reconocer lo que haya podido haber de generoso en vuestros esfuerzos. Quiero reconocer que se os han ocultado vuestros verdaderos intereses y el estado de las cosas. Españoles, desechad el veneno que los i n gleses han derramado en vosotros; vuestro destino está en mis manos; he destruido cuanto se oponía a vuestra prosperidad y grandeza, y he roto las trabas que pesaban sobre el pueblo; sólo depende de vosotros el gozar, con l a sabia Constitución formada en Bayona, de una Monarquía liberal, en vez de una Monarquía absoluta. Que vuestro Rey está seguro de vuestro amor Y vuestra confianza, y se-

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