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ABC SEVILLA 28-11-1930 página 7
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ABC SEVILLA 28-11-1930 página 7

  • EdiciónABC, SEVILLA
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A B C V I E R N E S 28 D E N O V I E M B R E D E 1930. EDICIÓN D E ANDALUCÍA. P A G 7 Uón; la de ésta pasa apenas del millón y medio. De Montevideo, en orden a la importancia de los núcleos urbanos, ya se salta a pequeños centros obscuros, de veinte, de treinta mil habitantes; núcleo de significación exclusivamente comercial, sin jefaturas administrativas ni militares, n i Universidad u Obispado, ni centrales de Banca, ni casi fábricas o teatros: verdaderos barrios o mercados, depósitos o astilleros, verdaderos suburbios de la brillante metrópoli. Todavía parece ayudar aquí al florecimiento vivaz de la democracia la igualdad del terreno, llano y uniformemente cultivable sin montañas abruptas, ni pampas o desiertos, ni zonas malsanas; terreno con condiciones óptimas, e n suma, para hacer del campo una prolongación de la ciudad, cuestión de kilómetros nada más, que un automóvil se traga de prisa. Y no hay que decir, si la igualdad de los hombres, no existiendo, como no existen en el Uruguay ni restos de la población aborigen, n i- -e x cepción única en América- -grupos étnicos en estado de barbarie- n i siquiera grandes desniveles sociales, una plutocracia congestiva como en l a Argentina, o focos de m i seria, como en todos los países con gran corriente de inmigración. U n a política socializante ha acabado por reducir las desigualdades de condición. Como entre los hombres libres de Atenas, entre los ciudadanos de esta nueva Ciudad- República parece haber casi desaparecido cualquier obstáculo jerárquico opuesto a l a formación democrática de una conciencia común. EUGENIO D O R S volucionarios se puso de relieve en la tremenda batalla que libraron con los bancos del paseo. Son éstos unos bancos de madera, casi siempre ocupados por obreros, personas de edad, enfermos e inválidos. Prestan gratuitamente un gran servicio a la población. Que se sepa, no tienen culpa alguna de la catástrofe, que está clamando justicia, ocurrida en la calle de Alonso Cano, ni tomaron parte en los sucesos de la plaza de Neptuno. Pues bien: esos bancos inofensivos, acogedores, urbanos, sobre cuyas tablas han descansado tantos obreros, fueron hechos astillas y sus trozos esparcidos por el arroyo como testimonio de la justicia popular y de su cultura. N o quedó uno entero, como si de su destrucción dependiese el triunfo de la substantividad comunista. E n la calle, fuera del primer momento que pasaron unos guardias civiles a caballo y que impidieron la quema total del autobús con la mujer dentro de que antes se ha hablado, no se vio a un solo representante ele la autoridad. Más tarde, allá a las doce, pasó a galope hacia la plaza de la Universidad un escuadrón de la citada Guardia, siendo en este lugar recibida a tiros. Desde m i balcón oí con toda claridad las detonaciones y veía evolucionar a los civiles. S i n excederse en la represión, pues no hicieron uso de las armas de fuego, en diez minutos l i m piaron la plaza de revoltosos. L o s que huyeron en dirección de mi casa se vengaron de la derrota rompiendo lo poco que ellos mismos u otros habían dejado entero de los pobres bancos det paseo. Pueril, cobarde y, sobre todo, estúpido. Este destrozo de bancos le costará a la ciudad más de cien m i l pesetas, porque lo acaecido en mi calle ha ocurrido en toda la ciudad. se dilapidaba la Hacienda nacional, legando a España una deuda de tres mil millones. L a Escuela de Criminología es una E s cuela Superior, pareja a las otras, que ya existían: la de Comercio, la Escuela Superior del Magisterio, las de Peritos agrónomos e industriales, la Escuela Central de Idiomas, etc. E n Alemania se las nomina Altas E s cuelas (Ñochschule) y a tono con su categoría ha de estar la enseñanza. Su profesorado será universitario, a salvo las enseñanzas instrumentales (en la Escuela de Criminología, las de identificación y contabilidad de prisiones) Ele aquí el motivo: como no se exige, para el ingreso en ellas, grado de Bachiller, esta formación secundaria ha de suplirse en las explicaciones elevando los temas, relacionándolos con ciencias generales- explicativas o normativas- de cuyo conocimiento sistemático carece el alumno. T a l esfuerzo sólo puede esperarse de los profesionales de la enseñanza superior, catedráticos de Universidad singularmente. Con el mejor deseo, lo que otros harían sería arrastrar la lección a ras del empirismo; limitar l a docencia a repetir menudamente datos secos, sin jugo de espiritualidad. Redactar antes él texto, para aprendérsele de memoria- -entre infinitos sudores- y luego regurgitar esas conferencias elaboradas a brazo Porque es error craso el de creer que todo el mundo -aún conociendo la asignatura- -sirve para enseñar. D E S D E MI B A L C Ó N Mañana movidita la de 17 de noviembre. Como somos tan sensibles, había que vengar a los dos o tres obreros muertos en la plaza de Neptuno. Vamos a ver cómo se han vengado, cómo se ha protestado de la violencia legal. ¿Haciendo armas contra el Gobierno? Nada de eso: castigando a la ciudad, sometiéndola a la tiranía del populacho, perjudicando en sus salarios a los obreros que a las ocho de la mañana habían acudido al trabajo, privando a muchísimos vecinos de medios de vida, molestando a los pacíficos habitantes, incomunicando al centro de la urbe con sus arrabales, rompiendo los bancos de los píaseos y los faroles del alumbrado, apaleando a l o s obreros que no querían o anclaban remisos en abandonar l a tarea, destrozando los jardines públicos, haciendo cerrar los comercios, incendiando algunos automóviles y autobuses y cometiendo todo linaje de atropellos y desafueros contra personas y cosas. A las diez de la mañana, desde el balcón de mi casa fui testigo de las violencias ejemplarmente vindicativas. Grupos de camaradas conscientes recorrían la ancha, calle, ordenando el cierre de establecimientos y talleres. I. as primeras víctimas fueron unas mujeres que volvían de la compra con l a cesta al brazo. Unos valientes las detenían y vaciaban las cestas, arrojando los víveres a l a calle. Las pobres mujeres, con las cestas exhaustas, huían despavoridas. Luego los camaradas la emprendieron con los tranvías, carros, automóviles y autobuses que pasaban. N o perdían el tiempo en gentilezas; no invitaban a los pasajeros a apearse. L a revolución llevaba prisa. S i n previo aviso les apedreaban, tirando a la cabeza. Descalabraron a muchos. E n menos de una hora quedó suspendido todo el tránsito rodado. Tranvías y automóviles volvían a las cocheras y a los garages con los cristales rotos. Ante mi casa los camaradas incendiaron un autobús. S i la Guardia civil no llega al lugar del incendio con una oportunidad verdaderamente providencial, dentro del coche hubiese muerto, quemada viva, una anciana perteneciente a la clase obrera. P e r o el heroísmo y el encono de los re- N o el de enseñar es un arte, que se aprende, como todas las artes, en la edad de máxima agilidad espiritual y destreza psíquica: a lo largo de la juventud. A s í fracasaron en l a cátedra laboriosos funcionarios, bien documentados en la especialiA la una de la tarde la fiebre revoluciodad, pero que subieron a ella pasada la naria ha empezado a ceder. L o s camaradas linde de los cuarenta y cinco, de los cinhan atendido más a las voces de sus estómagos que. a las de sus corazones. Se han i d o cuenta años. E l resultado de sus ingenuas exposiciones era fastidiar al alumno, que, a yantar con la satisfacción del deber cumno retenida su atención, distraía el encieplido. rro escolar comiendo frutas secas, y así la Habían vengado a las víctimas de la placlase, a la salida, quedaba sembrada de deza de Neptuno, y de modo tan cumplido, tritus. Y hasta de heces. que ahí están la mujer que corrió serio peL a cátedra no es una oficina, donde el ligro de morir quemada; miles de cristales rotos de tiendas y tranvías; los comercios, máximo rendimiento pende de asistir puncerrados; algunos heridos y no sé si algún tualmente, entrando a su hora saliendo muerto; muchos enfermos sin asistencia por tarde, manchándose de tinta (si no hay falta de vehículos, y los bancos públicos manguitos) y atando y desatando expedienhechos pedazos, que los atestiguan. tes con cuerdas. (si no hay balduque) E n la cátedra, el profesor rinde resultados peADOLFO M A R S I L L A C H dagógicos, no cuantitativa, sino cualitativamente. Proyectar luz sobre tm problema, durante breves instantes, presta más enLA 1 UST 1 CÍA vergadura a la inteligencia del alumno que largas horas de estudio sobre el libro. E n E N ESPAÑA un concepto: aquí poco importan s e r v i cios prestados a l a Administración, al L a Escuela de Criminología lado de los méritos aunque bien se a l E n el Congreso penitenciario de Praga- -l o hemos visto- -se alzan voces, pidiendo canza lo difícil de l a comprensión. Los servicios mal pueden conceder valor a los la creación de altas Escuelas para la formación de una Magistratura penitenciaria. méritos. L a Escuela de Criminología debe estructurar su cuadro de profesores con el Y en vano el merecido orgullo patrio. de un penalista español quiso dar satisfacción, quilate del mérito, no tomando por módulo el peso del servicio. a sus ojos hallando el nombre de) a nación L a Escuela de Criminología- -se dice- -1 precursora, de España. A I pedir, desde los abrirá sus puertas. S i es cierto, bien haya grandes pueblos del mundo culto, la erecal restaurador. Desde el i. de enero próción de Escuelas de Criminología o Penoximo pueden dar comienzo las clases, pues logia, ni se mienta a la gloriosa Escuela ya cuenta con alumnos. Serían éstos los de Criminología de Madrid. Como í ué suayudantes que ingresaron en el Cuerpo de primida en el propio país, ya su nombre Prisiones, por oposición, en mayo de 1925. -u n día famoso y universal- -se ha borraOposición cuyo resultado, de derechos addo, y se desvanece hasta su memoria. quiridos, nadie ha de mover, pero cuya Se habla de reconstruir el patrimonio culirregularidad es paladina. E l Tribunal estural de España, despojado por la Dictataba formado por honradísimos burócratas dura. Abrirá de nuevo sus puertas la E s del ministerio de Gracia y Justicia, que cuela de Criminología de Madrid, clausullevarían los expedientes, personales con rada por Ponte. S i así se hace, propongo pulcritud. Pero Tribunal incompetente para que una lápida conmemore las fechas, de juzgar de los ejercicios. Y se impone, no cierre y de reapertura, con l a merecida reel anular esos ejercicios, sino, completar cordación del desafuero. Y su calificación, la formación autodidacta de esos opositoproyectando sobre la memoria del futuro res. Luego, su postura en el Cuerpo de que esta Escuela se cerró cuando costaba Prisiones- -integrado en la casi totalidad al país (punce mil pesetas anuales, mientras por antiguos alumnos de l a Escuela- -re;

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