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ABC SEVILLA 29-10-1931 página 36
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ABC SEVILLA 29-10-1931 página 36

  • EdiciónABC, SEVILLA
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AJEDREZ LAS JL CELADAS DE L A TÉCNICA U n consejo y una anécdota. L A S CELADAS DE LA T É C N I C A -H a y t í S. una clase de victorias en ajedrez que son de gran interés para l a teoría de aperturas, y cuya génesis estriba en una celada, encontrada generalmente por azar durante estudios teóricos, analizada en seguida cuidadosamente y guardada después en el cajón de los secretos, para utilizarla oportunamente como instrumento de sorpresa. Todos los torneos muestran triunfos de este género, que se han conseguido atrayendo al enemigo a redes ¡elididas perderle. A veces, sin embargo, la solidez de estas redes está mal calculada en relación con la fuerza del pez que pretenden aprisionar, y como ejemplo curioso de tragarse el cebo y el anzuelo, digeriéndolos tranquilamente, merece recordarse la célebre partida del torneo de Nueva Y o r k de 1918, de Marshall contra Capablanca, en la que el primero, defendiendo un R u y L ó pez, efectuó una insólita entrega de peón, que le proporcionaba un ataque terrible y desconocido hasta entonces (1. P 4 R P 4 R 2. C R 3 A C D 3 A 3. A 5 C, P 3 T D 4. A 4 T, C 3 A 5. 0- 0, A 2 R 6. T i R P 4 C D 7. A 3 C, 0- 0 8. P 3 A P 4 D? esta jugada implica la pérdida de un peón; P X P C X P 10. C X P C X C IT. T X Q C 3 A! Pues bien, Capablanca, dándose cuenta de que tendría que luchar en un terreno muy estudiado por su adversario, tomó, sin embargo, el peón y se defendió de la impetuosa embestida de M a r s hall efectuando una larga serie de difíciles jugadas con tan asombrosa precisión, que los análisis posteriores no lograron superaría, haciendo prevalecer finalmente la superioridad material alcanzada. Como es natural, los especuladores teóricos son los más propensos a emplear estos procedimientos, y entre ellos se distingue el insigne maestro Tartakower. A h o r a recientemente en el torneo dé Bled, se reservó para luchar con las negras contra Kashdan, que invariablemente hace el gambito de dama, el contragambito Duisbourg, muy poco practicado y sobre el que tiene hecho análisis imty profundos, de los que expuso algunas sugestiones interesantes en el número de L Echiquier de junio del año pasado. Aunque esta premeditación sea perfectamente legítima, hay que reconocer que no despierta generalmente simpatía alguna; pero en esta partida el maestro polaco derrocha tanta valentía sacrificando una pieza para lanzarse en plena aventura, que hace olvidar el acecho o r i g i n a l y purifica su victoria. Pasemos a examinarla y admiremos primero la exactitud del juicio que dicta este sacrificio y después la ejecución impecable para aprovecharla manteniendo la superioridad de maniobra sobre la de masa Blancas, Kashdan; negras, Tartakower: 1. P 4 D P 4 D 2. P 4 A D P 3 R 3. C 3 A D P 4 A D (defensa de T a r r a s c h) 4. P A X P P A X P (esta jugada inicia el contragambito de Duisbourg, en el que se entrega un peón por el ataque) 15. D Y P C D 3 A cí D i D P X P 7. D X P A R 8 D X D T X D 9 P 3 A (hasta aquí se venía jugando en esta variante 9. P 3 R con una partida difícil, como la jugada por Benzinger contra H e n n i g en el torneo de Duisbourg de 1929. L a innovación de Kashdan constituye un intento fracasado también de paralizar el ataque de las negras dando al rey como refugio la casilla 0. 3 2 A R) C 5 C 10. R 2 A C 7 A 11. T i C A A 12. P R C 3 T Í 3 A 5 C R 2 R; 14. P 4 C R P 4 A (amenazando el subsiguiente avance de este peón con un ataque terrible sobre el punto débil del blanco en 3 R S i el blanco tomase ahora este peón amenazador, no solucionaría nada, porque sería reemplazado por él caballo negro en 3 T con idéntico ataque) 15. P 3 C, P 5 A! (con esta brillante jugada Tartakower se decide a pasar el Rubicón, ya que, si el ataque fracasa, la pieza de menos le haría inevitablemente perder l a partida) 4 4 í 3 za equivalente, y aun cuando todos fueran de más categoría es casi seguro que halle en ellos l a benevolencia que suele acompañar a l a verdadera superioridad. L a escasez de conocimientos que aduce no puede justificar en un aficionado tal timidez, y le aconsejo que se desprenda de ella y del recelo de ser mal recibido, porque, si acaso, lo peor que puede ocurrirle es topar con algún petulante que pretenda darle excesiva ventaja, pues esto sí que ocurre con a l guna frecuencia en un juego que tanto exacerba el amor propio. Entonces le recomiendo que no se lance a discusiones enfadosas para rechazarla, sino que l a acepte desde luego y que después sean sus victorias las que hablen para confundir al vanidoso. E n mi propia experiencia registro un d i vertido lance de este género que me sucedió hace años en l a privilegiada ciudad del Norte que abraza el viejo Ebro, orgulloso de retenerla para Castilla, y feliz de reflejar en sus aguas, junto a l a diáfana claridad del cielo, l a nacarada sonrisa de sus mujeres, en que l a altivez se quiebra vencida por la gracia; es decir, en Logroño, la perla de la Rioja. De paso una vez por ella me enteraron varios amigos de que en el simpático café de L o s Leones, que con los puentes, las pastillas de café con leche y las esbeltas torres gemelas de Santa María de la Redonda, forma entre los más típicos atractivos de la población, se había establecido una pequeña tertulia ajedrecística dominada a la sazón por la superioridad combinativa y la jovialidad dicharachera de u n bondadoso capellán castrense que a todo amateur recién presentado comenzaba por ofrecerle de buenas a primeras l a dama de ventaja sin preocuparse de su fuerza. Y lo que molestaba a mis amigos, según me refirieron, era que hasta entonces había logrado hacer triunfar su audacia ante el desencanto de la concurrencia que en varias ocasiones le habían enfrentado con gallos tapados en l a esperanza de machacarle. Con estos antecedentes se comprenderá tjje mi llegada sirvió para urdir l a gran broma a costa del simpático adalid de café. X C P X P +i 17. R i A P X P 10. P 3 C i (las blancas tienen una posición muy difícil, rodeadas de amenazas por todas partes y sin que su superioridad numérica pueda hacerse valer. P a r a librar este cerco lo mejor hubiera sido 18. P 4 C con la probable continuación C X P 19. A X P o bien... 18. A X P C 19. T X A entregando una calidad para libertarse del asedio) ...18. T R i C 19. T 2 C C 6 T! 20. A 4 A C X A 21. P X Q A X P 22. C R- 2 R P C 23. R i R A 3 C T T i C T X T 25. C X T A T 2 Ó C 2 R T ó D! 27. T a A P 5 C 28. A 2 C P X C 29. A X P A X A 30. T X A T X T 31. C X T R 3 R 32. C i D A X P L a partida está ya completamente ganada por el negro, y el resto es cuestión de técnica. N o obstante, siguiendo las normas de tenacidad que impulsan a los maestros a resistirse hasta agotar todas las esperanzas, Kashdan continuó la lucha y no se rindió hasta la jugada 53. 4 4 4 p? CONSEJO y ANÉCDOTA. -Una postal ilustrada me trae l a misiva de un aficionado que quizá para resguardar la modestia se ha decidido a esconder totalmente su personalidad bajo el velo del anónimo, y aunque disconforme con el procedimiento paso, sin embargo, a contestarla, porque plantea un caso bastante corriente entre los principiantes, a los que quisiera ser útil con mi experiencia y consejo. E l texto dice así: Los estudios que sobre ajedrez publica usted en A B C me han hecho interesarme en este noble juego. Pero encuentro el i n conveniente, maestro, de que no tengo con quién jugar, pues como estoy empezando 110 me atrevo a hacerlo en ningún Casino. Si usted solucionase estos casos quedaríamos muy agradecidos los que en él nos encontramos t HH F u i presentado como un chambón engreído que no admitía ventaja de nadie, y vino la consiguiente discusión, en la que intervinieron los bromistas para imponer como fórmula de avenencia que yo principiase aceptando la dama; pero que, si ganaba, esta ventaja se iría reduciendo hasta anularse, y hasta se volverían las tornas, siendo m i enemigo el que admitiría ventaja- -aquí signos de inteligencia subrayaron con asentimiento de mi contrario lo absurdo de la hipótesis- -caso de que continuasen mis victorias. Con arreglo a estas bases empezamos l a conComo se ve, no son propiamente reglas tienda, y después de vencerle recibiendo sucesivamente dama, torre, caballo, peón y técnicas las aplicables a este problema sino luego mano a mano, comencé a darle venel conocimiento de las prácticas sociales ajetaja entre l a algazara creciente de los burdrecísticas, y en este sentido, y sin otro título que la experiencia, de largos años, pue- lones, que contrastaba con mi mudez arrepentida y l a cambiante expresión fisonómido informarle a m i anónimo comunicante que si, por no encontrar entre sus amista- ca de mi adversario, el cuaí había pasado de des quien le haga la partida, se. decide a la alegría a la irritación y luego a l esfrecuentar algún Círculo o Club, será pro- tupor. bable que tropiece con adversarios de fuerLas condiciones de l a lucha fueron cumpliéndose implacablemente, y así llegué a vencerle, dándole a m i vez l a reina, y cuando me preparaba a darle una explicación E l público debe leer diariamente que cortase aquella chacota que me llenaba de confusión y presentarle mis más sincenuestra sección de anuncios p o r ras excusas, el embromado capellán tuvo una adivinación genial, con la que escapó palabras clasificados en secciones. deí ridículo que le aprisionaba y nos colocó lindamente a todos en él. Se levantó de pronE n ellos encontrará constantemen- to y con aire socarrón que heló las risas de los burlones, me tendió l a mano diciéndome: te asuntos que pueden interesarle. -M u y reconocido a su lección, señor G o l-

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