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ABC SEVILLA 03-11-1931 página 20
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ABC SEVILLA 03-11-1931 página 20

  • EdiciónABC, SEVILLA
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A B C. M A R T E S 3 D E N O V I E M B R E D E 19 31. E D I C I Ó N D E A N D A L U C Í A P A G 20. en duda. Hemos tratado del asunto y el Gobierno procurará que se empiece enseguida la simultaneidad de l a Constitución con los proyectos de leyes sociales. ¿Q u é leyes son las que se discutirán como complementarias? -C a d a ministro ha de traer un índice de las que considere indispensables. -Y la ley de defensa de la República, ¿va a durar hasta que se apruebe la Constitución o hasta que las Cortes terminen toda su labor? -N o hay cuestión sobre eso, porque el decreto lo fija de un modo terminante. D u rará basta que se disuelvan las Cortes. ¿Habrá sesiones matutinas o nocturnas para ios casos complementarios? -N o se puede forzar el trabajo. Se simultaneará todo pero sin sesiones extraordinarias. Cree usted que la elección de presidente se realizará en el instante de ser aprobada la Constitución? -Inmediatamente. De eso también hemos hablado para que desde el momento de crear la primera magistratura esté todo acoplado y no encuentre dificultades. Claro que, liemos hablado de la elección, pero no del presidente, puesto que a nosotros no nos corresponde. Sólo de los aspectos que he indicado. -S i n embargo, ya se debía pensar en el nombre porque falta poco tiempo. Escasamente veinte días. -N o sé, no sé- -terminó el ministro- M e parece corto ese plazo, sobre todo si se discuten al mismo tiempo que la Constitución algunos de esos proyectos como el de bases de la reforma agraria. U n relato periodístico de los a c u e r d o s- adoptados por el Gobierno S o b r e la disolución de las C o r t e s Constituyentes Anoche solicitamos del ministro de H a cienda una información, lo más detallada posible, de los asuntos abordados y resueltos por el Gobierno en la reunión de Lhardy, complementaria del importante Consejo de ministros del sábado. Nos la dio, en efecto, metódica y ordenadamente, y con sentido periodístico. -N o veo por ninguna parte- -nos d i j o- -la conveniencia de envolver en la neblina del misterio la charla de sobremesa que heñios sostenido, con un tono de cordialidad insuperable, las once personas que constituimos el Gobierno de la República. E l sábado, al final del Consejo de ministros, se abordó el tema de la vida de las actuales Cortes Constituyentes; es decir, si éstas debían concluir en el momento mismo de promulgarse la Constitución y ser elegido el presidente de la República, o si habían de prolongar sus funciones, cuando menos, hasta dejar aprobadas las leyes complementarias. Este tema surgió después de sellarse de nuevo el compromiso de obtener del Parlamento la aprobación del proyecto de ley de Ordenación Bancaria y aquellos proyectos del ministerio de Trabajo pendientes de dictamen y que forman parte del programa mínimo acordado antes del dia r. í de diciembre, por quienes entonces constituíamos el Comité revolucionario. Habían dado ya las diez de h. noche; el tema se prestaba a bastantes derivaciones ampliatorias y faltaban dos ministros: el lc Instrucción y el de Comunicaciones. Estas circunstancias no; movieron a deliberar sobre tan interesante asunto en una nueva remiión, consagrándola por entero a dicho examen, libres del agobio de despachar diez o veinte decretos corno los gtíe suelen jwr. discutidos y aprobados en todos los Consejos. L a noche del sábado sólo hubo una opinión concreta: la del Sr. Largo Caballero, partidario de que las Cortes Constituyentes continúen funcionando hasta que las leyes complementarias se aprueben. Ninguno de los demás ministros tuvimos, ocasión de exponer nuestros criterios, y el Sr. Azaña nos hizo presente su propósito de obsequiarnos con una comida para festejar su exaltación a la presidencia del Consejo. Se convino que esa comida se verificara hoy, y que yo avisara por teléfono, como lo hice, a los señores Martínez Barrios y Domingo. Y henos aquí a todos reunidos alrededor de una mesa. Cuando el almuerzo concluyó, el presidente del Consejo hizo resurgir el tema de la vida de las Cortes Constituyentes, e i n vitó a los ministros para, que expusieran sus opiniones. L o hicimos uno a uno, empezando por el Sr. de los Ríos, que estaba a la izquierda del jefe del Gobierno, y concluyendo por el Sr. Lerroux, que estaba a su derecha. L a unanimidad fué absoluta, no ya sobre el fondo de la cuestión, sino en todos sus detalles, aun los más nimios! Claro que todos hicimos la previa declaración de que expresábamos un criterio personal, porque nadie podía hablar en delegación de los grupos políticos, ya que éstos no habían sido consultados. E l acuerdo fué el resultado lógico de la coincidencia de pareceres; y es que sólo estas Cortes, y no otras, podían confeccionar las leyes complementarias de la Constitución, porque de apelar a la convocatoria de otro Parlamento se correría el riesgo- -íya ve usted que hablo con franqueza- -de que en esas leyes complementarias quedara desvirtuado el espíritu de la Constitución. Pero, además, se apreciaron otras dificultades de bulto. Sería imposible salvar la dificultad de convocar en fecha relativamente inmediata al Cuerpo electoral, sin tener la ley reguladora de este derecho y sin estar incorporadas al Censo las, mujeres, que acaban de obtener el voto en acuerdo constitucional. L o s Estatutos regionales y la r e forma agraria También se convino- -añadió el ministro de Hacienda- -en atribuir a estas Cortes el análisis y aprobación de los Estatutos regionales y se tuvo bien en cuenta que no podrían ser disueltas las Constituyentes sin aprobar dei mismo modo la ley agraria. E l Gobierno estima de su deber afrontar la reforma presupuestaria. Mas sobre todo lo ya enumerado, el Gobierno da preferencia en el orden de las labores legislativas a los presupuestos genérales del Estado. Se examinó si convenía, con objeto de aligerar la tarea parlamentaria atribuida a las Constituyentes, ir a una prórroga dei presupuesto actual, por dozavas partes; pero tal idea fué desechada de plano. Entiende el Gobierno que no puede, ni por decoro gubernativo, n i por conveniencias patrias, proponer una prórroga de un presupuesto i n sincero, con partidas indotadas y déficits muy considerables; estima como uno de sus p r i mordiales deberes afrontar con toda decisión la reforma presupuestaria sin titubeos n i vacilaciones, ante protestas e impopularidades. L a presidencia de la República Perfilados estos acuerdos- -concluyó el señor P r i e t o- -d e los cuales acabo de hacer mención de un modo sucinto, pero exacto, saltó, como consecuencia natural de la perpectiva de un futuro político inmediato, otro tema interesantísimo: la provisión de l a presidencia de la República... E r a ya tarde, los fotógrafos apremiaban, algunos ministros teníamos citadas gentes en nuestros despachos, y el tema quedó alií en una completa virginidad. A l g u n o s detalles p o r nuestra cuenta Tenemos entendido nosotros, fundadamente por cierto, que el Gobierno, al deliberar incidentalmente sobre la elección de presidente de la República, ha coincidido en que el futuro jefe del Estado español debe ser un hombre adiestrado en la lucha política. Juzga el Gobierno que el presidente de la República ha de poner en vigor una Constitución nueva, y ha de procurar hacerlo con el tacto y la discreción que sólo se adquieren, en una vida dedicada a los quehaceres y ocupaciones de la política. N o creemos, por tanto, que los nombres que han circulado en la Prensa, de ilustres catedráticos, filósofos e intemacionalistas, como posibles candidatos a la primera magistratura nacional, estén en el ánimo de los ministros y de los grupos parlamentarios que han de tomar parte en la votación. No es tan corto, como antes del sábado aparecía, el plazo para la elección de presidente. Porque, si lo que resta de Constitución ha de ser simultaneado con los debates sobre los proyectos de ley que están pendientes de dictamen en las comisiones parlamentarias, el momento de elegir al jefe del Estado ha de coincidir con los finales del año, o los comienzos del próximo. P o r eso suponemos que el Gobierno, aunque ha hab (cío de algunos candidatos probables, no b; i temado acuerdo alguno respecto al particular. H a de ser producto la designación de un acuerdo unánime entre el Gobierno y los grupos parlamentarios porque se tiende a que el futuro presidente sea elegido por aclamación, si es posible, y si no, por una mayoría abrumadora de votos. Tañemos entendido también que en el Gobierno predomina el criterio cié suprimir el cargo ele vicepresidente de la República, y variar el, texto constitucional en cuanto se refiere a la formación del Tribuna de. Ga randas Constitucionales, Las posibles leyes complementarias, l i n a ponencia ministerial A l acordar la prolongación de funciones de las Cortes Constituyentes- -continuó el Sr. Prieto- -estuvimos conformes en que las leyes complementarias sobre las cuales ha de deliberar y resolver el Parlamento actual, sea, en el menor número posible; es decir, únicamente aquéllas cuya confección inmediata se desprenda del mismo texto constitucional. Citamos de memoria algunas, y recuerdo, entre ellas, la ley electora, la de relaciones entre la Iglesia y el Estado, la de Congregaciones y Asociaciones, la de Administración Local, l a de Orden público- -porque la vigente no se ajusta a la nueva Constitución- las bases orgánicas del Poder j u dical, las de Instrucción pública... Pero como la enumeración que íbamos haciendo resultaba excesiva y contradictoria, con el propósito de reducir al mínimo posible las leyes a votar, para aligerar la lista, e incluso para s u p l i r cualquier omisión en que pudiéramos incurrir al improvisar, se convino en que los señores Albornoz y de los Ríos repasen el texto constitucional y propongan las leyes qu pudiéramos denominar indispensablemente complementarias.

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