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ABC SEVILLA 12-05-1932 página 7
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ABC SEVILLA 12-05-1932 página 7

  • EdiciónABC, SEVILLA
  • Página7
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abandone el canto para dedicarme en absoluto a mi casa. Tengo en Londres una casa muy española. E n cambio, nuestra casa de Sussex es muy inglesa. A s í los dos estamos conformes. -Entonces, ¿s u marido? -E s un talento financiero; u n hombre que tiene una gran pasión por las flores. E n Sussex dedica su tiempo a sus invernaderos, con flores y frutas raras. Pero su gran pasión es la música y su cultura es extraordinaria. E s un hombre capaz de hacerse amar por una mujer como yo. ¡P o r eso somos muy felices! Había estado usted ya en los Estados XJnidos? -S í hace a ñ o s pero solamente en Chicago. E n Nueva Y o r k estuve, ¡claro está! pero sin cantar. Esta vez ha sido m i debut en Nueva Y o r k Y y a ha visto usted el cariño con que el público y la Prensa me han recibido! Vino ahora solamente para dar conciertos? -N o Vine contratada para cantar en la Opera de Chicago. L a obra de batalla m í a es Carmen, l i e obtenido un gran éxito, sobre todo porque Carmen es la ópera que más se discute en su interpretación. Se escribe muchísimo aquí y en todas partes sobre la manera de interpretar Carmen. Y no se comprende que Carinen es muy difícil interpretarla, porque no existe, ni ha existido, ni puede existir ¿D ó n d e está, n i estuvo nunca, la española como Carmen? ¿F u é gitana? Entonces no Puede proceder como Carmen ¿N o lo fué? Entonces, tampoco. Y como yo no quiero ser cómplice de las españoladas que tanto daño nos hacen en el extranjero, encarno una Carmen muy personal, que me proporciona muchos triunfos. ¿Conciertos? -L a serie de conciertos españoles que estoy dando en los Estados Unidos termina ahora. A fines de este mes me embarcar é para Europa. V o y a Londres: luego cant a r é en P a r í s y después en Monte Cario. Regresaré a los Estados Unidos en noviembre próximo. Tengo una porción de compromisos, que he de cumplir. Y no acepto m á s porque mi marido, para no contrariarme en mi canto, la única condición que desea es que yo trabaje sin esfuerzo; no quiere que me fatigue. Créame usted que estas jiras de arte por los Estados U n i d o s s o n destructoras: se duerme en el tren, se llega a una ciudad, se descansa un poco, visitas, almuerzos, interviús, a cantar y ¡al tren otra vez! Sobre una mesita veo una gran tortuga de dulce. Observo que Conchita Supervía tiene prendida también una tortuga de oro. Y pregunto: ¿H a y algo en su vida relacionado con las tortugas? -Y a lo creo- -me responde la artista- Cuando yo era muy niña me encontré en el jardín de m i casa, en Barcelona, una cosa con la que j u g u é y hasta me esforcé en romper, dándole golpes con un. martillo de pronto, aquella cosa que yo intentaba romper en vano se movió, sacó unas patas y una cabeza. ¡E r a una tortuga... M i madre, loca de contenta, me besó; aquella tortuga fué en mi casa un amuleto. L a leyenda dice que encontrar una tortuga es buena suerte Y ¿l i a sido así? -Y o creo que s í N o me quejo de l a vida. L a tortuga aquella vive a ú n en mi casa, venerada. L a Historia habla de la i n fluencia de la tortuga. Dice Tito L i v i o que las legiones romanas, cuando entraban en ataque bajo los escudos en forma de caparazón de tortuga eran invencibles- L a M i t o logia también dice que Apolo utilizó el caparazón de una tortuga como instrumento musical, que Mercurio le tomó. Orfeo bajó a los infiernos buscando a Eurídice con una lira formada del caparazón de una tor- Así se Presenta Conchita Supervía ante los públicos para cantar sus Canciones españolas v han invitado a Conchita Supervía. Se reunen muchísimas personas. L a s damas neoyorquinas escuchan atentas las canciones españolas que Conchita v a cantando; los hombres, silenciosos, admiran el. arte delicadísimo de la artista española, que, junto al piano, emite su voz de oro, finísima, timbrada con sonoridades de cristal, y al mismo tiempo el rostro de Conchita va subrayando todas las canciones, dándolas una gracia exquisita, que conmueve aquel público extranjero que, sin comprender las palabrasde las canciones, se emociona ante la m ú sica española, interpretada con toda el alma de una mujer bella, simpática, sugestiva; gran actriz, que dice con los ojos, con la cara, con todo su cuerpo m á s cosas de las que pronuncia. H a n terminado las canciones. Todas las señoras rodean a la Supervía. L a besan, l a abrazan, la agasajan; los hombres se inclinan respetuosamente ante- ella; una ráfaga de entusiasmo recorre los salones. E s p a ñ a triunfa en Nueva Y o r k a través de sus artistas, de su arte, de algo imperecedero, de algo grande, que es la E s p a ñ a invencible. ADELARDO F E R N A N D E Z A R I A S tuga. Total, que en Madrid, en el Madrid de mi alma, fundé yo l a Orden de la T o r tuga para condecorar a niis amigos, a mis verdaderos amigos. Y esa Orden la voy repartiendo por el mundo entre los que yo creo que son amigos míos verdaderos. E s una especie de m a s o n e r í a de la amistad sincera, algo así como los rotarios. L o s tortugos de cualquier nacionalidad, se d i rigen unos a otros y se ayudan mutuamente. Dentro de esta tortuga de oro, que j a m á s me abandona, está, como puede usted ver, mi abuelita. A b r i ó Conchita Supervía su tortuga de oro, en la que unos brillantes centelleaban, y me enseñó el retrato diminuto de una señora. ¿Discos? -Muchísimos. Tengo contratos considerables. M e falta tiempo. E l disco de la Danza quinta de Granados está recorriendo el mundo con un éxito enorme. ¿España? -Pienso recorrerla cantando antes de que me decida a dejar de cantar. Allí será mi despedida del canto. M i ensueño. ¡E s p a ñ a! L a misma tarde. U n a casa en el Este de Nueva Y o r k L o s dueños, gente riquísima

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