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ABC SEVILLA 26-06-1932 página 13
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ABC SEVILLA 26-06-1932 página 13

  • EdiciónABC, SEVILLA
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de contentamiento, movió testa y cola el buen animal, y entró con Francisco de Asís al convento. Algún tiempo estuvo el lobo tranquilo, en el santo asilo. Su bastas orejas loa salmón oían, y los claros ojos se le humedecían. Aprendió mil gracia y hacia mil juegos cuando a la cocina iba con los le ros. Y cuando Francisco su oración hacia, el lobo las pobres sandalias lamia. Salía a la calle, iba por el monte, descendía al valle, entraba en las casas y le daban algo de comer. Mirábanle como a un manso galgo. Un día, Francisco se ausentó. Y el lobo dulce, el lobo manso y bueno, el lobo probo, desapareció, tornó a la montaría, y recomenzaron su aullido y su saña. Otra vex sintióse el temor, la alarma entre los vecinos y entre loo pastoras colmaba el espanto los alrededores; de nada servían el valor y el arma, pues la bestia fiera no dio tregua a su furor jarais, como si tuviera fuegos de Moloch y de Satanás. Cuando volvió al pueblo el divino santo, todos lo buscaron con quejas y llanto, y con mil querellas dieron testimonio de lo que sufrían y perdían tanto, por aquel infame lobo del demonio. Francisco de Asís se puso severo. Se fué a l a montaña a buscar al falso lobo carnicero. Y junto a su cueva halló a la alimaña. -E n nombre del Padre del sacro Universo, conjuróte- -dijo- ¡oh lobo perverso! a que rae respondas: ¿Por qué has vuelto al mal? Contesta. Te escucha Como en sorda lucha, habló el animal, la boca espumosa y el ojo fatal: -Hermano Francisco, no te acerques mucho... Y o estaba tranquilo allá en el convento, al pueblo salía, y si algo me daban estaba contento y manso comía. Alas empecé a ver que en todas las casas estaban la Envidia, la Saña, la Ira. y en todos los rostros ardían las brasas de odio, de lujuria, de infamia y mentiraHermanos a hermanos hacían la guerra, perdían los débiles, ganaban los malos; hembra y macho eran como perro y perra, y un buen día, todos, me dieron de polos. Me vieron humilde, lamía las manos y los pies. Seguía tus sagradas leyes, todas las criaturas eran mis hermanos: los hermanos hombres, los hermanos bueyes, hermana tardías y hermano gusanos. Y asi, rae apalearon y roe echaron fuera. Y su risa fué como un agua hirviente, y entre mis entrañas revivió la ñera, y me sentí lobo malo de repente; mas siempre mejor que esa mala gente. Y recomencé a luchar aquí, a rae defender y a me alimentar. Como el oso lace, como el jabalí, que para viyir tiene que matar. Déjame en el monte, déjame en el risco, déjame existir en mí libertad; vete a tu convento, hermano Francisco. Sigue tu camino y tu santidad. E l santo de Asís 00 le dijo nada. Le miró con una profunda nitrada, y partió con lagrimas y con desconsuelos, v habló al Dios eterno con su coraron. E l viento del bosque llevó su oración, que era: Padre nuestro, que estás en los cielos... RUBÉN DARÍO r (Dibujos dt Máximo l U m o i

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