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ABC SEVILLA 12-07-1932 página 50
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ABC SEVILLA 12-07-1932 página 50

  • EdiciónABC, SEVILLA
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NOVELA, -POR EMILIA PAUBQ (CONTINUACIÓN) BÁZáH ba por el, espirita de su dueña. E n aquel momento decían, con mag- centaba el afán de Felipe, atado, enlazado su corazón al de Rosario, nánima serenidad: Me ofreces lo que sabes que no he de admitir. por mil hilos de piedad, de codicia de los sentidos, y de anhelos, Tú me conoces, y conociéndome, entiendes bien lo que tengo del corazón. dispuesto. ¡Haces muy mal en no decirme... todo! -murmuré) Estamos- ¿No quieres? ¿No me quieres por tu maridito? ¿Qué, me a tiempo. Luego que yo salga de aquí... no podrá repararse el daño. desairas también ahora? -añadió Felipe, con la zalamería involun ¡Sé franca! ¡No mientas! ¿Es cierto que tú... tariamente, felina de que. sabía. revestir sus halagos, y que determiY una ojeada y un movimiento significativo completaron la prenaba en Rosario la reacción de la ternura, y como consecuencia, la gunta. de la abnegación generosa. ¡No y no -insistió Rosario, en voz casi dura- ¡Manías de -Ahora To mismo que antes- -pronunció la chilena con lentitud Gregorio! No existen tales novedades, sino en su imaginación. No y énfasis- No ha cambiado, la situación ni tanto así. Es decir: ha me preguntes otra vez, -porque me haces daño y me enojas. Si cambiado. Antes tú no habías, contraído compromisos con una naen algo me estimas, sigue tu suerte, cumple tu deber. Quien ción, que lo espera todo de ti... antes no habías aceptado públicanace al pie del trono, Felipe, no es como los demás hombres; mente la sucesión de la corona de, Dacia. ¡Podías volverte atrás... ni puede regirse por la ley general, ni tiene derecho para arreglaraunque no debías! E n este mundo, todos tenemos obligaciones que se la vida a gusto, olvidando los intereses que representa. Cuando... cumplir, deberes que llenar sin cobardía... Unos son agradables y entré en tu casa... ¡bien sabía todo esto! Y sólo entré... para otros crueles. ¡Y tan crueles... Tu deber consiste en reinar... que tú no lo echases en olvido. Otra mujer aspiraría a perderte; E l mío, en no estorbártelo... ¡al contrario! No. creas que, procedo yo me propuse salvarte. Tu encumbramiento es obra mía, Lipe... así por humildad... Es por orgullo. ¡Como que soy más soberbia Tengo esta pretensión. En cambio, del bien que te hago, te pido que Don Rodrigo en la horca... Española, al fin, de origen... y a un favor. que no te detengas... que te vayas cuanto antes. Los una española: nadie la humilla... ¿Entiendes? Ve a tu destino, dos sufrimos mucho en este período. así... de incertidumbre, Lipe... y no te digo, que te acuerdes de mí... ¡porque ya sé que que para nadie es bueno. U n momento de valor. cerrar los ojos... acordar has de acordarte! y después, la conciencia en paz... Animo, Lipe... ¡Todo es el primer instante! E l tono de Rosario era, decisivo. Transpiraba en él la energía de la resolución irrevocable, y, en efecto, una especie de orgullo- ¿Lo crees tú... -interrogó Felipe, abrumado por una fatiga exaltado, la arrogancia de la mujer hermosa y grande, de la mujer repentina, que atribuía a la pena de separarse, de, aquella incomde precio, tesoro en cuerpo y alma, que no quiere arrostrar desdeparable mujer- ¿Lo crees tú? ¿Y quién te lo asegura, yamos a nes, y prefiere arrancar con sus. propias manos valerosas la raíz ver? ¿Qué sabes si creyendo enviarme a la gloria y al triunfo. ya oscilante del amor. Este sentimiento, quizá menos noble que me envías... otros, en que Rosario se inspiraba, pero femenil y natural, proNo prosiguió, pero ya Rosario suponía haber adivinado. Hay vocó en Felipe ttn arranque de egoísmo feroz, una racha de bárun punto en; que jamás se. equivoca la mujer, si ha. vivido algún baros celos prematuros; y anudando los brazos al cuello de Rosario, tiempo en intimidad con un hombre. Rosario conocía los quilates boca contra boca, balbuceó sin saber lo que decía, descubriendo el deL valor de Felipe María, y no imaginó siquiera que aludiese a alma: ningún riesgo positivo. Rosario había oído hablar de presentimien- -Si has de ser para otro, prefiero quedarme y. echar a rodar tos, de extrañas corazonadas, que nadie sabe de donde vienen; de un puntapié la corona. pero más tarde, cuando recordó, entre accesos- de desesperación, U n dolor agudo atravesó el corazón de la chilena: sólo en aquella conversación y otras de los últimos días de su convivencia aquel momento vio patente, la diferencia entre la índole de su cacon Felipe, tuvo que reconocer que el corazón que menos avisa, el riño y la del de Felipe. Sólo en aquel momento lloró sin lágrimas, corazón menos zahori, es quizá el más amante... ¿Cómo pudo ella, con una de esas efusiones interiores de llanto, que son mortales, la apasionada, la instintiva, responder a la vaga indicación de como las hemorragias internas, el tremendo sacrificio consumado, la Felipe estas palabras, que los acontecimientos hicieron terribles, honra perdida, la ofensa a Dios, la existencia colmada de afrenta cualuna sentencia? y duelo, que la esperaba a ella y- ¡castigo horrible! -al ser que- -Te envío a tu lugar en el mundo. Y a es tarde para que llevaba en su vientre. Acepta, cásate con Felipe, no merece tu- desertes. Si no querías, no debiste ir a l Casino, ni recibir aquella sacrificio murmuró allá en el alma de Rosario una voz burlona ovación, ni fomentar aquellas ilusiones. No se juega con esta y tentadora... Pero. la chilena se hizo fuerte otra vez; esgrimió su clase de cosas, Lipe; y si hoy retrocedieses en el camino empren bien templada voluntad... y desasiéndose blandamente, dijo sin dido, serías la ignominia de tu estirpe... No he de permitirlo. No jactancia, como quien- se ofrece a realizar el acto más sencillo del se dirá que a tal vergüenza contribuyó Rosario. mundo: -Quizá... -exclamó Felipe, más indeciso cuanto más decidida- -Ve tranquilo. Me considero y me consideraré siempre. tuya. se mostraba ella- quizá, sin querer, hagas mi desgracia al recha, ¡No hay para mí porvenir. M i historia. se cierra el día en que tú zarmé de tu lado. Voy a hablarte como, se- habla a Dios, nena, Rosalgas de aquí hacia Monaco... a pretender... a tu futura, a la sario mía; desde hace unas horas, desde que. se ha marchado Electa. Gregorio, no sé por qué... ya comprenderás que no es porque las Felipe se sintió abrumado, aplastado, llenó de confusión. Deseafrases ni las acciones de ese desequilibrado me hagan fuerza... ba sinceramente que Rosario le sujetase y le compeliese a deshacer pero, en fin... ¡acaso expresen algo que yo, sin saberlo, también toda la labor de los últimos meses y de los últimos días. E n aquel sentía... Mira... desde esa escena, parece que veo de otra mainstante señalado y postrero- conocía las dulzuras victoriosas de la nera la vida que me aguarda. dicha gozada en el. paraíso. de la Ercolani, y sus labios tenían sed- -Eres- voluble, Felipe- -murmuró la chilena- y no puedes aún, y el licor no se había agotado, ni siquiera se columbraba al serlo; ¡tú menos que nadie! través de su rojo rubí el fondo de la copa. E l presente se revestía- -No es volubilidad. Es... no sé qué; ¿cómo explicarlo, si yo ya de la poesía embriagadora del pasado, de lo que no ha de volver mismo, no lo entiendo? Es una especie de sombra rara, que me nunca... Y ¡el enigma de aquel seHo de. mujer, que encerraba la clavé de la vida al encerrar quiza la continuación de la raza, acre;

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