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ABC SEVILLA 29-07-1932 página 12
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ABC SEVILLA 29-07-1932 página 12

  • EdiciónABC, SEVILLA
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Opiniones ele a l g u n o s c r í t i i c o s d e M a d r i d la t e m p o r a d a anterior. sobre ¿Q u é defecto m a s i m p o r t a n t e o g e n e r a l i z a r l o h a r e g i s t r a d o u s t e d e n l a p r o ducción escénica d e l a ñ o a n t e r i o r y o u é m e d i o cree m e j o r p a r a q u e se c o r r i j a e n l a t e m p o r a d a p r ó x i m a b i e n p o r l o s a u t o r e s b i e n p o r l o s actores? Torios los defectos que se pueden haber observado en l a temporada última vienen de muy atrás. Entre todos, yo señalo dos, que juzgo de capital importancia: 1. E l que las carteleras se nutran casi exclusivamente de estrenos; y 2. E l que los teatros no se especialicen en géneros o modalidades. L a consecuencia del uno es que los autores produzcan m á s de lo que deben y pueden, y también que, sin repertorio en juego, las compañías den la falsa idea de que el teatro español es algo advenedizo e improvisado, según rachas que lo amaneran todo: el arte de los intérpretes, por supuesto. Y claro es, el gusto público. L a consecuencia del otro defecto es- que ias mismas obras, poco m á s o menos, nos acechen desde cualquier escenario. H a y por ejemplo, un tipo de comedia, no alta precisamente, que se cultiva en seis o siete teatros de M a drid a la vez. E n cambio, otros tipos de A l trabajo atropellado, que hace que no se tenga a la obra aquella indispensable atención que pide toda labor artística, y que se traduce en la ausencia de todo trabajo documental, de estudio de ambiente. y de caracteres. A la chapucería, en una palabra, que cada día gana a m á s autores arrastrados por ei deseo de producir mucho. ¿Remedio? Gran parte de él está en nosotros mismos. Acordarnos de que defendemos los principios fundamentales de arte y- de belleza. Captar el defecto, mostrarlo y hacer así una doble labor: la de contener a los autores y la de enseñar a ese público- -que para la gente de teatro es una masa completamente ignara- -los abusos que centra él cometen los que debieran ser sus maestros y sus guías. JORGE D E L A Crítico de El CUEVA Debate. bir m á s comedias dé las que ellos quisieran- -y aun pudieran- -para que fuesen buenas. Segundo. Que se priva al público del conocimiento y gusto de todo el enorme tesoro artístico del pasado en los m i l matices y caracteres de su belleza ejemplar. E l remedio estaría, a mi juicio, en que los actores españoles, al modo de los mejores de fuera- -y de aquí mismo- en todos los tiempos, estudiaran el mayor numero de piezas posible y acomodable a cada uno; escogidas en el repertorio universal y, principalmente, en el español, ya que estamos en E s p a ñ a y tenemos, nuestra, una tradición dramática gloriosísima y no- interrumpida, a despecho de snobs y noveleros, ignorantes de- que todo arte es un proceso de continuidad, donde lo nuevo no es posible ni apreciable sin el pleno conocimiento de todo lo anterior. MANUEL MACHADO Crítico üs La Libertad. producción no hallan tablado donde manifestarse. De esta manera, la gente lo ignora tocio, y languidece de monotonía. Consecuencia de éstos y otros errores de, concepto artístico y de gestión industrial es que nuestro teatro de hoy, pobre y alicorto, ande a la zaga de las demás actividades literarias y artísticas. L a corrección de tales males no ha de venir por un solo camino, mucho menos por el de la acción oficial. Problemas de esta clase no son materia de ley, decreto u orden de ministerio alguno. Las Empresas y direcciones artísticas son las llamadas a aplicar el tratamiento adecuado. Pero, en este orden, ya sabemos que nadie de menos iniciativa y conocimiento de su negocio que el llamado hombre de teatro Se fabrica un absurdo concepto de público al que trata de complacer, sin escrúpulo ni cálculo. Y suele ocurrir que el público no es. tan malo como lo pensó. ¿Q u é pensar de un teatro en el que tantos se arruinan por serv i r las m á s vulgares ideas del arte d r a m á tico, mientras nadie arriesga una peseta en hacer cosas un poco excepcionales... MELCHOR F E R N A N D E Z Crítico de La E l defecto que, no ya a esta última temporada, sino a otras anteriores de algunos años a esta parte, venimos notando, estriba principalmente en el empeño de mantener el cartel a fuerza de estrenos prescindiendo casi en absoluto del repertorio es decir, ALMAGRO Voz. E l defecto m á s general y que m á s me preocupa, porque afecta a lo esencial del arte, es la indiferencia del autor ante su propia obra, el desdén hacia el público, la poca importancia que dan á aparecer ignorantes indocumentados y vulgares, a la confianza ofensiva en la incultura de los espectadores. de todo el enorme caudal artístico acumulado en España- -y fuera de ella- -desde los principios del teatro hasta ayer mismo. Entre los muchos y grandes inconvenientes que este proceder tiene, hay dos m á s notables ahora: Primero. Que se violenta y se fuerza la producción actual, obligando a los autores estimables- -que siempre son pocos- -a escri- Son tantos los defectos importantes y generalizados que pueden registrarse cíe la temporada anterior, que resulta difícil escoger el m á s trascendental. T a l vez lo sea el de la pertinacia de los autores en repetir los consabidos modelos: la comedia pámfila y burguesa, el saínete andaluz, el drama en verso seudorromántico, etc. Eso de escribir con falsilla, sin pensar m á s que en el trimestre y sin atormentarse lo m á s mínimo por hacer algo fuerte y distinto, es, seguramente, el defecto básico de nuestra producción teatral. ¿R e m e d i o? Que progrese 4 a sensibilidad del público. O que los dioses iluminen la conciencia artística de los autores. Y ninguna de las dos cosas es probable que ocur r a en la temporada que se avecina. Pero no por eso la crítica debe cejar en su empeño de vencer las resistencias que se oponen a la franquía del arte, del verdadero arte dramático. U n teatro como el español, que tiene una tradición soberbia, que ha sido basta mediados del siglo x i x uno de los cuatro grandes teatros de la literatura universal, no debe, naufragar en la charca en que se encuentra. Obligación de todos es salvarle. Y m á s que de nadie, y aunque e! esfuerzo bien pudiera resultar baldío, de la Prensa, de los críticos y, en general, de los intelectuales. ANTONIO E S P I N A Crítico de Lus. L a que me propongo señalai no es en realidad un defecto, sino una circunstancia de nuestro teatro que influye gravemente en su desarrollo. y que, aunque se advierte

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