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ABC SEVILLA 07-08-1932 página 12
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ABC SEVILLA 07-08-1932 página 12

  • EdiciónABC, SEVILLA
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EL N A V I O VARADO A Francisco ViÜacspesa, que corrió ct mun do tn Uu carabela del ensueño. tí Han llamado a las puertas de España... ¿uién empuña la aldaba temblando al llamar? n rapsoda, un romero, un poeta, cuyos ojos cansados empaña la niebla del mar. En su nave de sueños errantes, cara al viento la vela de sus versos fragantes, con un ansia loca de andar y de ver, fué cruzando los mares lejanos con el alma vertida en las manos como un sorbo de agua que diese a beber. Y han bebido... Y cien veces la copa vacía, él cien vecca la ha vuelto a llenar. Generosamente dio cuanto tenia, y hoy no queda una brasa en su hogar. Abre, España... E l mendigo que llama a tu puerta es señor de señores... Abre, España l ¡Engalana el balcón! SÍ la paz que ha venido a buscar es incierta, tu inquietud preste alientos a su nueva canción. Uceas, poeta, a tiempo para escribirla... Moja tu pluma en sangre tinta de nuevas libertades, y tu carne, doliente como una herida roja, se desgarre a tus versos como en tus mocedades. Cumple hasta el fin, poeta, tu misión sacrosanta. (Atorméntate, sufre, revuélcalc en dolores! Fero, entretanto, haz un esfuerzo y cantaAsí deben morir los ruiseñores: 1 con un rayo de sol en la garganta t Porque te debo mis mejores días; porque en tus libros aprendí mi ciencia; porque, fueron tus versos celosías por donde el mundo vid mi adolescencia; porque gozaste padeciste tanto; porque nada quisiste conservar; porque tu obra es alegría y llanto; porque a mas de escribir supiste amar; porque has sido y ereá maestro de poetas digno de que te alaben; porque saben tus versos a mujeres y las mujeres a tus versos saben; porque se diluyó tu corazón en todo lo que fué belleza y poesía, dame a besar, maestro en este día, tu capa, tu sandalia y tu bordón I Tu indolente yagar perezoso al arrullo de los surtidores; tu cantar de sonido armonioso en un lecho mullido de flores; tus ¡casidas, tus sueños de Oriente; tus alcázares con sus lampadarios; tus esclavas doblando la trente sobre las corcobas de los dromedarios que hunden en la arena su paso silente y estiran el cuello pacíficamente hacia las palmeras de los santuarios; el oro fulgente de los yataganes; el freno que tascan los brayo 3 corceles; el ámbar, la seda, los ricos joyeles; la pompa soberbia de los musulmanes y el blancor de espuma de los alquiceles en que se envolvían camino de Córdoba los Abderramanes; ese hervor caliente de agua y de arena que late en tu verso con luz africana; ese olor a nardo, y a carne morena, y a flor de serrallo, y a poma temprana, y a noche de amores bajo el cínaraono sobre perezosas píeles de pantera, son, entre tus- versos sensuales, como si La Sulamita se desvaneciera. Bajo la lujuria llena de caricias en que se retuercen tus versos carnales, todo un Paraíso de largas delicias st da entre tus cortos renglones iguales, surge la Alhambra, la iova moruna, milagro nocturno de un mago alarife. 1 Y se oye que baten, en noches de luna, las fuentes de plata del Gencralife... I I Vuelve a recibirle. Granada, en tu seno 1 Calma sus dolencias y alivia sus males.

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