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ABC SEVILLA 11-11-1933 página 3
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ABC SEVILLA 11-11-1933 página 3

  • EdiciónABC, SEVILLA
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DIARIO I L U S T R A DO. AÑO VIGESIMO NOVEN O 10 CTS. N U M E R O FUNDADO E L i ABC m mam J f m EL -r DIARIO ILUSTRA DO. A Ñ O VIGES 1 MONOVENO m 10 C T S N U M E R O D E J U N I O D E 1905 P O R D. T O R C U A T O L U C A D E T E N A 1 MPROMTU R O M A N O Oyendo a García Sanchiz. A l revés de lo que nos ocurre en Grecia, donde para ver algo del pasado, nuestra imaginación tiene forzosamente que reconstruirlo, acarreando materiales del arte y de la Historia, en Roma, el volumen de lo pretérito es tan grande, que supera a la capacidad prensil de nuestros sentidos. E s un modo de decir que se ve todo y no se retiene casi nada. Sobrevive al tiempo la emoción del conjunto y, a veces, un fragmento del paisaje sobre eí cual inserta su perfil la m i na de un arco sostenido por dos columnas mutiladas o se yergue un montón de piedras augustas restituidas por la furia demoledora de los hombres y de los siglos a la nada de donde las sacó el ensueño creador de un arquitecto ignorado. 1 HEREJE Hay que atenerse a loa principios elementales d ¡e l a moral común, y la República tiene que ser austera; y si no nosotros combatiremos la i n moralidad en todo momento. (Discurso de Besteiro. I DEAS E TERÑAS Pío BAROJA. Probablemente ya no se harán nunca obras de arte como las pasadas. Recientemente ha dado D P í o Baroja una conferencia en el Ateneo Guipuzcoano sobre L a s ideas de ayer y de hoy en la que, después de combatir la teoría microbiana, el monoteísmo del Génesis, el providencialismo, la unidad de la conciencia, los dogmas cristianos, el progreso, el superhombre, la democracia y la deshumanización del arte entre otros tópicos, ha llegado, sin embargo, a la conclusión de que los dogmas antiguos, que, examinados por la razón natural tienen poco valor tienen, en cambio, gran valor de eficacia para la vida, la civilización y el arte Se le presenta a Baroja una antinomia: L a vida antigua falla en los cimientos y acierta en las consecuencias. L a vida moderna, lo contrario. E l hombre antiguo, como llama Baroja al hombre de fe, sabe conducirse en la vida mejor que el escéptico de ahora, porque tiene trazados los caminos. E l ideal religioso multiplica sus potencialidades, lo mismo en la vida normal q u é en los momentos de dificultad. Así dice Baroja, después de postular que la verdad ha de encontrarse en el escepticismo de la vida moderna. Con ello resucita aquella famosa tesis del Deus malignus, que atormentó a Descartes; porque si las cosas están hechas de tal manera que las ideas antiguas que son falsas producen una vida y un arte y una c i v i l i zación superiores, tiene, que haber algún Dios maligno o, por lo menos, algún diosecillo, llámese materia, azar o energía, cuya esencia consiste en hacer que en el mundo prevalezca necesariamente la falsedad y la mentira. E l l o significa que el señor Baroja ha llegado a un momento interesante de la v i d a el de Renán, cuando decía que vivimos de la sombra de una sombra, y se preguntaba de qué vivirán nuestros hijos; casi el de Brunetiére, cuando proclamaba la bancarrota de la ciencia. Pero ese momento no puede ser indefinido. N o podemos contentarnos con decirnos que los- antiguos tenían una fe que les permitía ser m á s hombres que nosotros y hacer mejores cosas. ¿E s t a m o s ciertos de que su fe era falsa? ¿Q u é criterio tenemos para juzgar de la verdad o de la falsedad de las ideas, por lo menos de las ideas p r á c t i c a s sino el que nos ofrezcan sus resultados? A u n no hace un a ñ o que publicaba Bergson su libro sobre moral y religión, obra no sólo religiosa, sino mística, porque en ella sostenía la tesis de que la religión es al misticismo lo que la vulgarización es a la ciencia; la misma tesis a que dedicó l a vida nuestro padre Arintero. E l primer pensador de Francia es actualmente Maritain, un converso. L a élite de Francia es católica; lo son, o están a punto de serlo, las de: Inglaterra, los Estados Unidos, Alemania e Italia. Las ideas de ayer son nuevamente las de hoy. L a ciencia da una vuelta y estarnos de nuevo en el punto de partida. Cae l a noche sobre nosotros y después, aparece una luz. Y toda España empieza a endedezarse, al cabo de dos años y medio, al resplandor de los conventos incendiados. RAMIRO D E M A E Z T U ¿P a g a n i s m o? ¿Cristianismo? S o n dos principios que se disputarán nuestra vida perdurablemente y que, por lo general, definen dos épocas de un mismo espíritu. De los veinte a los cuarenta años, la tierra no puede ser para nadie un valle de lágrimas, sino el jardín de las Hespéridos. E s el período pagano; el amor de la forma viva, sentido con la plenitud exultante de la sangre joven. M á s tarde, la monotonía de las sensaciones y la experiencia intelectual nos conducen, insensiblemente, al yermo de l a tristeza. ¡S e ñ o r ¿Y esto es todo? -nos preguntamos vagamente consternados- Eso es todo para nosotros y. para el mismo Goethe, que vivió siempre al acecho del placer que pasa y que se ofrece, por fugaz que sea, llámese rayo de sol, armonía del paivSaje, ritmo musical, gracia de la obra artística, sabor de fruto o cita de mujer. Pero nada de eso es efímero, como suponemos en las horas crepusculares cíe la existencia. T o do se renueva para el hombre de treinta años: Luego todo es eterno. L o mudable y caduco está en nosotros, que perdimos, con el calor de la sangre y la flexibilidad muscular, aquellas embriagadoras curiosidades de la materia y aquellas divinas exaltaciones del alma por las oue negoció Fausto el terrible pacto con Mefistóíeks. L a disertación del ilustre charlista fué tan sugestiva para mí como para el distinguido público que le sigue con la fidelidad del creyente al sacerdote que le habla de su religión y de su culto. Pero mi pensamiento se desviaba de aquella ruta por natural e invencible indisciplina, y mientras la mayoría recordaba al santo cardenal Segura, yo, que aun siendo cristiano no he roto del todo con el paganismo, pensaba en Goethe, que fué para el gran poeta aula y sanatorio, porque le descubrió horizontes de la belleza y secretos del placer de v i v i r insospechados para él, y le arrancó el suave e insoportable despotismo de madame Stein. una de las mujeres que alegraron su mocedad. E r a el poeta de los hombres a quienes el encanto de las cosas compensa de las decepciones que causan las personas. L a superioridad de los oue dominan sus pasiones no está en su conciencia, sino en que pueden pasar de una emoción a otra deliberadamente, como el que renuncia al Rors oña ñor el Burdeos, o pospone a Chnpin ñor Schubert. Es la ley de las compensaciones aplicada a voluntad. MANUEL BUENO Y o mismo se lo oí al presidente de la Unión General de Trabajadores, que, por por antífrasis, figura en los documentos oficiales de la República como excelentísimo señor D Julián Besteiro. Como le oí otra porción de cosas- -que me servirán de tema para algunas meditaciones políticas- d i chas lenta, premiosa y fatigadamente. E l socialismo predica ahora moralidad y austeridad. N o es como el partido radical, que a sus genios conductores dispensa de la observancia de las normas comunes de la moral con lo que aquéllos sienten ciertas debilidades y complacencias por los legítimos bandoleros de la E s p a ñ a contemporánea Meses hace, Lerroux habló de los ladrones de aceitunas que pasaban o se hacían pasar -por socialistas: ahora le devuelve Besteiro el reproche. Pero no es la aplicación de la frase que motiva esta glosa, sino la frase misma, lo que interesa comentar. Para el camarada Besteiro existen normas comunes de la moral a que hay que atenerse; por lo que, en todo momento, el socialismo combatirá la inmoralidad. N o cabe, pues, duda alguna. L a Moral- -aunque él no la defina- es algo substantivo y permanente, lo mismo de ahora que de m a ñ a n a lo mismo de un r é gimen social que de otro, común a todos; y lo opuesto a ella debe ser en iodo momento combatido. E l auditorio recibió esta aseveración- -yo los oí y fueron de los pocos- -con grandes aplausos. ¡Cuan difícil es desarraigar del corazón- humano el sentido. de la moralidad que Dios- ¡Dios! -puso en él. Pues esa doctrina tan excelente como se quiera, no es socialista. Los que la escucharon dieron testimonio en ese instante de que eran antimarxistas, y el que la preconizó hizo ostentación de su indisciplina mental, de su caveruicolismo. E n otras palabras, el compañero Besteiro probó que, o no es marxista, o no ha leído a M a r x o es un hereje en cuanto a la ortodoxia marxiana. Porque si hay algo fundamental en ella, es este p á r r a f o que figura en el prólogo de la Crítica de la economía política, de Carlos M a r x E l conjunto de las relaciones de la producción forma la estructura económica de la sociedad; es decir, la base real sobre la cual se eleva una superestructura j u r í dica y política, a la cual corresponden formas sociales determinadas de la conciencia. N o ES LA CONCIENCIA DEL HOMBRE LA QUE DETERMINA SU MANERA EE SER. SINO SU MANERA DE SER SOCIAL LA QUE DETERMINA SU CONCIENCIA Estos p á r r a f o s abominables quedaron el domingo pasado hechos trizas en el acto de propaganda electoral socialista del cine P a r d i ñ a s E l marxismo se muere en la conciencia de los que dicen seguirlo; pero es que l a herejía entró antes en las inteligencias, o poco impregnadas o rebeldes, de los que se dicea sus jefes. VÍCTOR P R A D E R A

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