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ABC SEVILLA 09-12-1933 página 38
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ABC SEVILLA 09-12-1933 página 38

  • EdiciónABC, SEVILLA
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poseías, y logrado que, al mismo tiempo, se haya hecho popular en Europa y A m é rica, demuestra la capacidad de su gratitud, dejando el teatro y pasándose, con armas y bagajes, al cine. N o en tránsfuga v u l gar, por supuesto, sino en disidente reformador, como un Lutero o un Calvino, de entre bastidores. Para Marcel Pagnol l a Humanidad sólo cuenta con tres grandes inventos, a saber: la Imprenta tipográfica; la Imprenta de la música (el fonógrafo) y la Imprenta del teatro (el cine) -N o escribiré más para el teatro- -declara- Esto es, no d e j a r é de escribir para el Teatro parlante, que es l a nueva fórmula del teatro H e fundado una Casa editora de films. Pie realizado ya Fanny, La agonía de las águilas, El yerno del señor Poitet y Leopoldo el adorado. Parto de tres ideas netas, precisas, categóricas. A la cabeza del programa hay este lema: A n t e todo, el diálogo Hasta ahora, han arrinconado al autor De ahora en adelante, lo rehabilitaremos, situándolo en primer término, como debe ser, Nuevo arte de hacer comedias Intenta, pues, Marcel Pagnol fundir el teatro con el cine. ¿D e q u é manera? L l e vando, en primer término, la literatura al cine, y luego, el cine a la literatura. -Estoy cierto de que algún día- -comenta- -escribiré una novela, que será, sin quitar n i añadir coma, un escenario, un rincón de, film. Y yo, con tal novela cinética, aspir a r é a un premio literario. -S i n embargo- -le objeta el redactor de Candida- Sin embargo, el cine es l a imagen -El cine mudo era una especie de perfeccionamiento de la pantomima, perfeccionamiento que permitía al público ver m á s cerca la cara del actor o un gesto, o un visaje de la cara. E l cine sonoro es, por idénticos motivos, un perfeccionamiento del teatro, porque permite al público o í r más de cerca al actor E l cine mudo servía para i m p r i m i r la pantomima E l sonoro sirve para imprimir el teatro E l uno es la vida, y el otro, es la estilización de l a vida. ¿Y no teme usted que su fórmula encadene el cine a un cuadro teatral? ¿Que, por efecto de ella, se convierta. el cine en esclavo del teatro? -Pero, hombre. S i el cine es el teatro mismo. U n nuevo arte de hacer comedias; en lugar de contarlas, cómo en el teatro, mostrarlas, como en la película. Eso es todo. Desde que hay automóviles, a nadie se le ocurre tomar fiacres. Verdad que todavía se ven algunos cojitrancos por ciertas callejas; pues lo mismo sucede con los teatros. Persisten algunos cojitrancos con repertorio cojitranco... P a r a Marcel Pagnol, que, luegode hacerse millonario por el teatro, lo deja con un palmo de narices y se pasa al cine; el teatro sólo tiene un medio de hacer dinero: presentar en carne y hueso ante la batería, vedettes del cine sonoro... ¿Q u é les parece a ustedes el mozo? Teatro comercial Nuestro hombre perfila su receta invocando un Teatro comercia -E l teatro no muere se renueva; se rejuvenece- -afirma- Gordon Cragg sostiene que el arte sólo puede vivir comerciando. E l teatro, hoy, no comercia; comercia el cine. E l empresario de teatro que da 500 francos diarios a un actor, lo paga m á s caro que el director de un film, que da al actor Í. OOO francos. Cuando se imponga, como se i m p o n d r á dentro de poco, el Teatro comercial, h a b r á un renacimiento del arte escénico... Pero, ¿cuál es; en q u é consiste el Teatro comercial? Pagnol se lo calla. S i n embargo, Topase, que es teatro, le ha producido y a i t r i o s millones. CRISTÓBAL DE CASTRO E L T E A T R O E N BARCELONA Apenas ha empezado la temporada teatral de invierno, y ya van cerrados cuatro teatros, entre elios el catalán, el Romea, a pesar de la exaltación nacionalista y patriótica de Cataluña. L o s que permanecen abiertos por solvencia y amor propio de las E m presas, que se resisten a cerrar, da pena verlos. E n ellos no hay nadie, ni el tifus. Los más afortunados, con penas y trabajo, renovando continuamente el cartel, llegan a cubrir gastos. L a causa de este estado de cosas debemos atribuirla a la crisis económica, a la competencia del cine, a la vulgaridad y simpleza de la mayor parte de las obras de repertorio y de las que se estrenan todas parecidas, como hechas en serie ó estandardizadas, y a las formaciones de las compañías, que, la que no es zurda, cojea. Hablo en términos generales. E l público se aburre en el teatro, y entre gastarse el dinero para aburrirse o quedarse en casa, opta por lo último, ó se va al cinc, donde por dos pesetas y hasta por menos, por bastante menos, logra distraerse. O el teatro evoluciona de arriba abajo, desde el autor a la maquinaria, suprimiendo casi los entreactos, o habrá que pensar en su cierre total. L a crisis, más que nada, es de obras. H a y que acabar con las comedias en serie, y, si puede ser, con el andalucismo como tema dramático. ¡Demasiado andalucismo! Nos lo sabemos de memoria. Conque lo cultiven los hermanos Quintero, que lo llevaron a la escena, y nadie les ha superado en esta modalidad dramática, y alguno que otro autor, los menos posible, ya h a b r í a bastante. Los demás, a otra cosa. N o hay que tocar lo que y a está hecho de mano maestra, ni aun en el caso de hacerlo bien. O superar a los Quintero, o dejarles la exclusiva. Cuando los autores, salvo excepciones, ¡cuidado! se salen del andalucismo caen en la ñoñez o en lo manido. E l astracán es un g é n e r o aparte, del que también se abusa. E l teatro no ha de ser siempre entretenimiento. Para esto ya están las películas absurdas y el circo ecuestre. E l teatro, m á s que nada, ha de ser arte, humanidad y emoción. Cuando degeneró en risa que hace romper las tripas en pastichería francesa, en chantilly, en comedia excesivamente blanca, el teatro fué descendiendo en carrera loca, sin que de este mortal descendimiento logren salvarse Benavente, Marquina, los Quintero, García Lorca, y, últimamente, D José M a ría Penián. Pero dejémonos de comentarios, que no es el objeto de esta crónica, y hablemos someramente del teatro en Barcelona. Abrió la temporada de invierno, en Poliorama, la eminente actriz mejicana M a r í a Teresa Montoya. Dicen qué ésta ilusfre señ o r a vino a Barcelona un. poco amargada de su última actuación en Madrid, donde ni ía crítica ni el público le prestó la atención que por sus relevantes, méritos se merece. E s incomprensible está desviación del público y de la Prensa madrileña, después de la jornada gloriosa que hizo en M a d r i d hace dos años. Teresa Montoya es la misma actriz de hace dos años. E n nada desmerece de cuando la vimos por vez primera. Antes, ha mejorado, y siendo asi, como es, no se comprende el glacial recibimiento que ie ha hecho la capital de E s p a ñ a E n Barcelona, donde ha actuado por p r i mera vez, se le han tributado cuantos honores se merece por su alta jerarquía a r t í s tica. L a Prensa la saludó como una revelación. Tuvo público, y no escaso, que la aplaudió frenéticamente en casi todas sus actuaciones, y de un modo muy particular en La mujer desnuda, en La Malquerida y en Shanghai. Después vino l a campaña preelectoral, la huelga de la dependencia mercantil, la huelga de los tranviarios; vinieron las bombas, los tiros, la intranquilidad, el miedo, y el negocio, como en los demás teatros, se fué a paseo. Últimamente no sé cómo le va a la ilustre actriz. M a r í a Teresa Montoya nos ha ofertado dos estrenos. E l primero, La llama sagrada, de Somerset Maugham, vertida al castellano por Ceferino Palencia Tubau, y la segunda, Corazón de mujer, comedia en tres actos, original de López de H a r o y Gómez de Miguel. La liama sagrada, estrenada con éxito mediocre en Nueva Y o r k hace unos seis años, obtuvo m á s tardé un triunfo loco en la ciudad de Londres. ¡Que Dios no conserve a los ingleses tan mal gusto! L a comedia de Somerset, sin ser mala, es inadmisible por su tesis, y, sobre todo, por su inesperado final. A l caer el telón por última vez nos percatarnos de que hemos perdido el tiempo. Corazón de mujer es una comedia angélica. ¿Cómo ha podido salir, en la parte que le corresponde, de la pluma de López de H a r o? F u é aplaudida por fener escenas muy bien construidas y bellos diálogos, evocaciones de la gran guerra, pero no ha acrecentado en una hoja los laureles literarios del Sr. López de H a r o ni los de Gómez de M i guel, si los tiene, que no lo sé. Poco después del debut de M a r í a Teresa Montoya hizo su aparición en el Barcelona la compañía de Amparo Martí y P i e r r á Se trata de un conjunto muy recomendable y muy ajustado. Amparo M a r t í es una ingenua, que a su belleza une una gran cantidad de actriz. P i e r r á es un notable actor, muy compenetrado de su arte y de una gran ductibilidad. Todos juntos pueden trabajar en cualquier teatro de Madrid. L a compañía lo merece. E l género que especialmente cultiva es el blanco, de una blancura que ciega. U n o de los estrenos que nos ha brindado ha sido Los hijos de la noche, de Leonardo Navarro y Adolfo Torrado. Se trata de una comedia ingenua, caái infantil. E s t á bien hecha, fuá aplaudida y en Pamplona gustará mucho. Se me olvidaba: en la compañía M a r t í P i e r r á figuran jóvenes actrices muy hermosas y una dama de carácter, a pesar de ser joven aún, Concepción V i l l a r que vale mucho. A esta compañía ha sucedido en el Barcelona la dirigida por e ¡notabilísimo actor americano Enrique de Rosas, muy estimado de nuestro público. E l éxito, en lo que v a de temporada, ha sido El hermano lobo, drama lírico de Federico Oliver, con música del maestro Pcnc 11 a. H a sido un éxito formidable y merecido. H a abierto el Liceo con La vida breve, de Falla, aparición teatral v silbada de M a ciá en su palco y golpe de Scgadors. ADOLFO M A R S I L L A C H Fajas c a u c h o d a m a entallad a s! C t l o g o g r a t i s Sagasta, 12. 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