ABC SEVILLA 18-02-1934 página 3
- EdiciónABC, SEVILLA
- Página3
- Fecha de publicación18/02/1934
- ID0002597917
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NUMERO EXTRAOR D I N A R I O 20 C E N T S AÑO MO. TRIGES 1- NUMEROEXTRAQRD I N A R I O 20 C E N T S AÑO MO. T R I G E S 1- W SB ig S S SOMBRAS: t o d a s las figuras de su é p o c a no hay otra que la represente con más firmes trazos, que sea mejor alambique donde se amalgamen sus muchos vicios y virtudes escasas, como esta t figura de César B o r gia. F u é el hombre m á s g r a n d e de su tiempo dice Maquiavelo; pero acaso quiere decir que fué l a i m a g e n viva de su tiempo: sensual, ambicioso, cruel y refinado. L o s Orsini y los Colonna, los Sforza y los Gonzaga que gozan de señorío en los Estados de Roma no son más virtuosos y léales caballeros que el hijo del Fapa A l e jandro. NTRE CESAR BORGIA Poco tiempo después, ya vuelto el cabezudo Rey a su T r o n o de Francia, la madre V i o z z a reúne a sus dos jóvenes retoños, de los que se muestra orgullosa: un duque de Gandía y general de la Iglesia, y u n purpurado, en un festín nocturno. Es una noche de junio, clara, de primavera romana, y es en el año 1497. A l terminar l a cena, los dos hermanos salen juntos, pero se separan a poco; Juan v a en compañía de un enmascarado con quien se mostró y a en otras ocasiones, y no se le vuelve a ver en vida... A l otro día, cuando Alejandro siente la ausencia del hijo, pesándole en el corazón con gravedad creciente de horas, se le busca en el fondo del Tíber, donde vn guardián de maderas declara haber visto, durante la noche, arrojar un cadáver. Se encuentra, al fin, el cuerno de Juan, desgarrado por numerosas heridas. Este es el primer crimen que se le atribuye a César. Nadie puede señalar, en hechos n i palabras, conjeturas de fratricidio; nunca aparece más el enmascarado que acompañó a la víctima eñ sus últimas horas, pero se busca a quien puede beneficiar la muerte del gonfaloniero, y se encuentra que es a César, u hermano; porque, de allí a poco, renuncia a la púrpura y se adorna con los títulos y cargos qué antes fueran galas del hermano muerto. Se va en este crimen del hecho a la causa para descifrarlo, como se va en otro, E -V P e r o c u a n d o los B o r g i a s caen, con la subida a l T r o n o pontificio de su mayor enemigo, el cardenal de la Rovére, todos los odios acumulados por sus violencias o sus justicias envenenan su memoria, y ésta se descompone en pestilencias ingratas y. se destroza en jirones bajo las garras rivales, que se escondían temblorosas ante las suyas cuando aún estaban en vida. N o hay buena fama posible al cuidado de manos enemigas, y menos aún cuando la calumnia tiene asidero fácil. L a historia de Alejandro V I y de sus hijos César y Lucrecia está maculada, acaso, por sus hechos mismos; pero sus historiadores primeros se complacen en extender esas máculas en manchas que cubren todo el relato, para gozo vengativo de sus r i v a les aún en valimiento y para provecho de novelistas confesados, como Dumas, y dé inconfesados fabricantes de novelones estúpidos con ínfulas de biografías, como el más moderno y mucho menos ilustre Paúl R i v a l César es eí segundo de los hijos que Alejandro tiene de la romana Rosa V a n o z z a como en toda casa ilustre, al mayor de los hijos se le dedica a las armas; al menor, a l a Iglesia; Juan B o r g i a hermano de César, es un mozo de arrogante presencia y desmedrados ánimos; pero su proximidad al T r o n o le pone en las manos el bastón de gonfaloniero o capitán general de las fuerzas pontif ícicas, y en su escudo el signo. de una alianza ilustre, que viene a ser, al cabo de largas negociaciones, con una Hénríquez, próxima allegada al M o n a r c a de Aragón, Fernando el Católico. P e r o de sus primeros y únicos hechos de armas, con ocasión de la inútil correría que realizaban por Italia los ejércitos del enteco hombrecillo Carlos V I H de F r a n c i a no consigue Juan nombre de buen condotiero. E l Papa, único Soberano de Italia, que, sin ser italiano, salva la dignidad de l a desgraciada península resistiéndose del invasor, se ve obligado a ceder al número y a las circunstancias; y cuando, después de firmar un Tratado con Carlos V I I I éste marcha sobre Ñapóles, a cuya Corona se cree con derecho, lleva entre su Corte, como rehén, aj cardenal- niño César B o r g i a A l a segunda jornada de camino, César se fuga disfrazado con un traje harto ruin y corre hasta R o m a para abrazar a Alejandro. Esta es su primera aventura política. L U C R E C I A BORGIA E N FIGURA D E SANTA C A T A L I N A POR E L P I N T U R I C C H I O