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ABC SEVILLA 04-03-1934 página 1
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MADRID- SEVILLA 4 D E MARZO D E 1934. N U M E R O S U E L T O 10 C E N T S REDACCIÓN: PRADO D E SAN SEBASTIAN. DIARIO ILUSTRADO A Ñ O TR 1 GES 1 MO. NUMERO 9.612 SUSCRIPCIONES X ANUNCIOS, MUÑOZ O L I V E C E R C A N A A T E T U A N SEVILLA SIN ELLAS Suben a m i piso cuarto con más cansancio que yo- -porque los aires patrios me fortifican- -obreros sin trabajo y madres con niños hambrientos, pidiendo limosna. L a alegría del sol y l a íntima, si la tenemos, se nublan ante esas desgracias, y el pan de nuestra modestia no es sabroso, oorque nos recuerda miles de seres a nuestro lado que carecen de él. ¿Q u é hacer para socorrer tanta miseria? Ante todo compartir con el que nada tiene cuanto tenemos nosotros, pero eso no basta; el trabajo es el único medio de satisfacer las justas exigencias del obrero. L a limosna alivia, unas horas de necesidad, el trabajo normaliza l a existencia y sostiene el hogar. Pero, ¡no hay trabajo! Acudo a encumbradas personas de la Administración, llamo a las puertas áureas de la burocracia, a los navieros, a los industriales y todos despachan a mis pobres y me despachan, sin que un solo obrero obtenga el pan nuestro de cada día. Creo yo que algunas de las personalidades con extensa zona de acción, a quienes me d i r i gí, pudieron suplir con generosidad el caso de que n i un alfiler cabe en los encasillados y los escalafones de sus departamentos, pero esto no h ace a l a realidad. E l paro forzoso crece, los niños hambrientos y los hombres desesperados llenan las calles, gimen en las escaleras de todas las casas y amenazan en los suburbios tumultuosos. M e vuelvo a las buenas almas, a mis amigas piadosas, porque allí donde falta l a protección social únicamente el corazón no niega sus dones. M i s amigas piadosas y cuantas instituciones de caridad regentean las mrjeres españolas están siempre propicias a ejercer su apostolado, que en estos días aciagos adquiere una importancia máxima. Ropas, medicinas, dinero del íntimo peculio, bonos de comestibles y compasión ardiente reciben los desdichados que no pueden ejercer en la rica, hermosa y republicana E s p a ñ a el derecho indiscutible del hombre; el derecho al trabajo. U n a de las pobres madres socorridas me decía, llorando: -V i n i e r o n las señoritas a traerme bonos de pan y dinero. ¡Q u é humilditas, qué dulces eran; hablaban, mirando a los niños como madres, y eran tan jovencitas! Dios les p a g a r á su bondad. ¡O h! S í Dios ha de favorecerlas en el cumplimiento del deber de dar de comer al hambriento y de consolar al triste. L o que es los hombres... ¡C u á n t a s de esas mujc- res son insultadas, apedreadas y amenazadas de muerte en los suburbios que van a socorrer! Reivindicaciones proletarias, furia demagógica, ambiciones del politiqueo, todo ésto se quiebra, fracasa hoy en la inseguridad y las sombras, pero sobre ellas vense puníitos de luz cual lamparillas de hornacina, que marcan en la encrucijada ruta al camis a n í e Lucen sobre los orfelinatos, los asi- los, las escuelas, sobre el Patronato de enfermos y los comedores y los refugios de pobres jóvenes extraviadas. Arden como luces, bendiciendo a los fundadores Je l a Casa de Nazaretlí; sobre las casas nobiliarias y modestas, donde los talleres de caridad visten a los desnudos. E n tanto que el Estado no haga el milagro- -y no lo hará- -de pacificar los odios rurales, de ¿1- a ratar las subsistencias y de afirmar la paz ciudadana, es consolador ver, salvando las corrientes del caos, a tantas mujeres de todas condiciones dedicadas a los desamparados y a los criminales, para que no maldigan la tierra, que no les da pan, y para que renazcan al concepto del bien. Esas mujeres que sostienen y prean nuevas obras cristianas; esas mujeres apedreadas en los suburbios revolucionarios, constituyen l a más pura fuerza nacional e integran l a mayor acción del espíritu en un país qus no aspire a descivilizarse. Ellas son las siervas del amor al prójimo. ¿Q u é estadista, qué gobernante encabezaría su programa con tal lema? SOFÍA C A S A N O V A EFICACIA INEFICAZ Se insiste en estos días en el elogio de la eficacia. Porque la defienden como finalidad de una política Sabios que no han perdido las sales del bautismo, hay que recorear, con caridad fraterna, que esa doctrina que hace de l a eficacia la norma suprema del v i v i r es una doctrina heterodoxa. E s sencillamente, el pragmatismo con el que W i llian James y sus discípulos han pretendido modernizar el viejo utilitarismo que sintetizaba la conocida máxima, reprobada por la moral: E l fin justifica los medios Los cristianos sabemos que no. los justifica. Hay que ir al Bien por el camino bueno, que nunca es llano y fácil, sino empinado y penosísimo. Cuando se predica la eficacia lo que se hace en l a mayoría de los casos es buscar la comodidad, seguir la línea de menor resistencia, eludir la batalla. Eficacia quiere decir para estos pragmatistas la manera suave, el acomodamiento a las circunstancias, la sonrisa melosa y el suntuoso restregarse las manos con la cabeza ladeada y los ojos bajos para desarmar, a fuerza de falsa dulzura, al enemigo. Y al enemigo no se le desarma así. Porque el enemigo es bastante avisado para no dejarse sorprender. Sabe muy bien lo que hay de- bajo de todo eso; conoce que no es c o n vicción, sino táctica, y de la aparente cordialidad de los que se le ofrecen como coadyuvantes se aprovecha para ir afirmando sus posiciones y, sobre todo, para desacreditar a los que se las dan de inteligentes y, eficaces. ¿Eficaces? Pero, ¿será posible que no adviertan lo que hay de candoroso en su pretendida sagacidad? Se creen perspicaces, cuando no son más que ingenuos, y l a astucia de la serpiente, que siguiendo el subió consejo, pretenden haberse asimilado, se reduce en la práctica a la candidez de la paloma. Tuvieron en su. mano, porque así e lo deparó la Providencia, una fuerza de opinión como no la tuvo nadie. ¡nadie! desde hace mucho tiempo en esta nuestra adormilada España. A punto están de desaprovecharla y agotarla. Cada día que pasa disminuye el caudal de adhesión y desciende unos grados eí entusiasmo. A cada concesión, a cada retroceso, los que dieron sus votos, no para retroceder, sino para avanzar, sufren nuevo desencanto. E l enemigo estimula esa política eficaz Hace muy bien el enemigo. Su táctica sí que es inteligente y hábil. Primero, desgastar; poner una í v. cnaza enfrente de cada deseo; arrancar i. na declaración, que es una debilidad, cuindo no es una apostasía a cambio de cualquier concesión, por mínima que sea; no entregar nada gratuitamente, sino vendido; y a buen precio. Y cuidarse de divulgar el raso: -Lo veis? ¿lo veis? E s t á n entregados; no somos nosotros los que cedemos; los que claudican son ellos... -Cuando estén ya suficientemente desprestigiados, acaso en un golpe audaz, en un bellísimo engaño a lo Maquiavelo, hacerles participar del P o der. Y en el Poder condicionado, cortapisado, fundado en una base falsa sobre instituciones y entre ambientes radicalmente opuestos a los principios que hay que defender, el fracaso fatal, inevitable, rápido y tristísimo. Entonces el enemigo sonreirá satisfecho. H e aquí- -dirá- -lo que queda de aquellas derechas tan pujantes Quedará algo: quedarán los incontaminados; los que no claudicaron; los que después de l a elección siguieron y siguen empleando el mismo lenguaje claro y neto que habían empleado en la propaganda. Pero por la táctica de los que regatearon participic iones y rechazaron candidatos serán pocos, aunque por su denuedo y por sus dotes personales sean muy valiosos. Es el enemigo ei que tiene razón. Y en el enemigo es quien está realmente la eficacia. Los otros, los seudopragmatistas, son... unos equivocados, de intención óptima, sin duda pero irremisiblemente condenados a. vencimiento al poner su estudiosa inexperiencia frente a la marrullería acreditada de todos los viejos zorros de nuestra política, sabios maestros en el arte de la intriga, la zancadilla y ¡a encrucijada. L a derrota será el castigo por haber sacrificado el ideal y no haber seguido el consejo y el mándalo supremos: íhiscad el reino de Dios, y lo demás se os dará por a ñ a d i d u r a Los que no buscan el reino de, Dios- -que es la justicia- -y se contentan con perseguir la eficacia- -que es l a añadidura- -se exponen a perder el reino de Dios... ¡Y a quedarse también sin l a a ñ a d i d u r a! Las circunstancias, de todos conocidas, nos vedan la confección del extraordinario correspondiente a la festividad dominical de hoy. Servímos, por tanto, a nuestros lectores el presente número, que se venderá al precio. de diez céntimos. FEDERICO SANTANDER

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