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11/08/1950
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Periódico ABC SEVILLA 11-08-1950, portada

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PIAR i O CION O ILUSTRAGENERAL. DIARIO CIÓN 5O ILUSTRAGENERALA D O DE I N F Q R ENTIMOS DO D E INFORMACUNTIMOS ADMINISTRACIÓN: PRADO D E SAN SEB AST 1 AN. SUSCRIPCIONES X ANUNCIOS: VEIi AZQUEZ, 12. SEVILLA. APARTADO 49. SUSCRIPCIÓN MENSUAL: PTAS. 10. ID, PROVINCIA, E l i TRIMESTRE: PTAS. 30. ID. ID. SEMESTRE: 60. ID. ID. ASO: 120. v, V L A PAZ H e recibido, como supongo que habrán recibido cuantos por alguna razón figuren en anuarios, o. escalafones de Academias, U n i versidades o Centro? cualesquiera, de cultura superior, una circular que. firma F JolliotCurie, come presidente de un Coraiiié. por l a paz universal, o quizás, pues no tengo la circular a l a vista, de Un Comité universal por la paz, que no sería lo mismo. E n esta circular se solicita la adhesión a unas conclusiones de un Congreso de Éstocólmo condenando las armas atómicas. Casi el mismo día que la recibí se publicaba la noticia de que, por propagarla en la zona occidental de Alemania han sido detenidos mil seiscientos sujetos. E s cuestión de conciencia acusar recibo de esta invitación, pues no puede quedar en entredicho lo que se sient sobre caso tan trascendental como el empleo de esas, armas. E l silencio podría parecer coflrformidad con su uso; mas el envío de la adhesión tendría el valor de acuerdo con los que. firman la circular citada. Nadie oreo que esté conforme con el empleo de esas armas; ni siquiera los que las han usado o piensan que se han de. ver en la (Tura necesidad de volver a usarlas. Resulta, pues, excusada cualquiera declaración, sobre el caso. L o que resulta sorprendente es que mentalidades tan señeras como las que firman la circular crean que cooperan a la paz del mundo con esa ingenua y simplista petición. No las armas atoteicas, sino todas las armas, y muchas cosas que no se consideran armas y lo son, y acaso más mortíferas que ellas, las condenan todos los hombres. Hasta la piedra de hondero balear y el hacha del hombre deíAltaatiira merecen la más ro. tunda condenación. Pero es el caso que las malandanzas de la humanidad han hecho que no se encuentren otros argumentos para dirimir ¡as desavenencias que el de las arma? y distinguir entre ellas me parece labor estéril. Todo el mundo lanza bombas, o piedras, o lo que tiene a mano en cuanto se siente apurado. Y esta ley de la necesidad creada por las circunstancias de injusticia en que vienen viviendo las naciones es la que no tiene mi adhesión, y me gustaría que alguien me la pidiera para proclamarlo públicamente. e 1 demás armas, que me atrevo a proponer. A lo que. no puedo adherirme es al concepto de paz de ese Comité. ¿Es necesario decir que la paz a que de corazón me adhiero es a la fundada, en la caridad; en el amor al prójimo? Una paz cristiana es tan sólo la. que admitimos los cristianos. Las demás, si acaso aparentemente lograra imponerse alguna, pronto se comprobará, que no son tal paz. Y he aquí cómo esa circular, irreprochable en su engañoso tono y moderación, como arma i de la propaganda se me aparece como siniestra, si bien su transparenté intención ia haga inofensiva, aunque l a sigan firmando millones de hombres. Pero si por la intención sé, juzgan los actos de esta circular, es tan condenable como las armas atómicas. N a turalmente, por todos: los que creemos funesta la paz que propugna. (De JÓSE MARÍA D E C O S S I O la lieal Aca- lcnia Efimñcla. TELEVISI ON L a televisión es un hecho. Y un hecho que en los Estados Unidos y pronto, sin duda, en Europa, ha alcanzado o va a alcanzar proporciones de problema industrial, económico y educativo. L a verdad cá que hasta ahora los programas que los primates de la televisión ofrecen a sus clientes, entusiasmados con el juguete como chavales con zapatos nuevos, no son demasiado tentadores como para que nos sintamos desgraciados por no poseer un aparatito flamante que pueda, recoger las imágenes en la pantallita. Todo lo que se les ocurre es reproducir películas ya conocidas o transmitir espectáculos, de escenario gener- ilmente. Verdad es que hay que andar con pie; de plomo y que los gastos que origina la instalación die las emisoras y el acopio de r 0 pertorio exigen dar gusto. a la inmensa mayoría; que suele ser de un gusto pésimo. Rec nozco que todo lo que llevo escrito es sumamente elemental y obvio, y tan sólo Ha ocasión me hace hablar de ello. Pero lo que me interesaba decir es que el equívoco de la famosa circular está precisamente en el uso de la palabra paz Y o bien sé lo que los firmantes entienden por paz. Ñ o sólo ellos, sino todos los hombres piensan en la paz, pero no en una paz cualquiera, sino en su paz la paz impuesta, en virtud de determinadas ideas o intereses. Y ahí viene, precisamente, e l disentimiento. L a paz que desean los comunistas tiene, poco que ver con la paz que desean los capitalistas, así como la paz que concibe un espíritu liberal es distinta de la paz que puede propugnar un ideal autoritario. Yo. bien sé cuál es la paz que propugna el señor Jolliot- Curie y el Comité que preside. Por ello, yo me adhiero públicamente a su repugnancia por el empleo de, (s armas atómicas, c n la postdata d é l a s a o L a televisión está aún en sus comienzos yi ya empieza a. luchar con problemas v recelos enormes. Como todo invento nuevo que se anuncia de posibilidades ilimitadas, el negocio Como t i cine no ha matado al teatro, ni y J a propaganda, si pov un lado alientan y la fotografía a la pintura, ni el periódico al hacen pasible el desarfollílStécnico, por otra libro, ni- el disco al concierto directo v al parte coartan y rebajan la. ambición espi- instrumento de música, tampoco la televisión ritual, cercenando las alas de los m á s nobles anulará al salón de espectáculos ni disintempeños. T a l como la lucha por la clientela nuirá las tiradas de los grandes diarios. se viene planteando en Estados, Unidos, según Según la absorción del alimento informainformaciones recientísimas, la televisión tra- tivo y cultural se vaya haciendo m á s cómodk ta de crearse su propia plataforma y su y (exija menor esfuerzo, tma vocación que mundo aparte éVitre sus dos poderosas- y más podríamos llamar deportiva, que nos lleva a viejas rivales: la radiodifusión sonora y el emplear distendidos al máximo n u e s t r o s cine. E n efecto, la televisión viene a ser mí músculos intelectuales, conducirá siempre l a compromiso, una alianza entre ambas mara- inmensa minoría, cada vez m á s inmensa f villas. Nos imaginamos a la familia reunida también más minoritaria, á refugiarse n ci en las veladas de invierno, coimo anees frente cultivo de la lectura, de la audición, de l a a la sabanilla del cine baby, ahora contem- refl exión directa, humanista v- verdaderamente plando el cuadrito de la televisión 0 su pro- humana, dejando el placer de l superfic ¡a yección agrandada en la pared- blanca. Cbm. 0 lidad. de pantallas y ondas fonéticas al mundo infantil o a la masa analfabeta hanoris causa AGRICULTOR: EJ Servicio Nacional del que escucha en la venta manchega cómo disTrigo te pas rá en el a to DOS PESETAS curre la lectura de E l curioso impertinente CON CINCUENTA CÉNTIMOS por cada kilo porque. no puede condensar la mínima energía, que deposites fuera del cupo; tú puedes obtener posteriormente el sobreprecio que te necesaria para el csíuerto de leer a sotes. convenga. No vendas en Torma, alguna tu -GERARDO D I E G O trigo a los especuladores. t) e la Ren Academia EVbiUfit a r la televisión viene acompañada die la transmisión sonora, la escena íntima ofrece urt aspecto que nos recuerda, alguna ex periencia. A h si. Ahora recordamos. Es e l saloncillo del trasatlántico donde el pasaje incapaz de extraer distracciones y lecciones eternas de la contemplación de astros y espumas, mata las horas frivolamente siguiendo las peripecias de una película de vaqueros, de gángster o de amoríos. Claro está que la televisión ño se limita, no quiere, limitarse, a la proyección Me pelícu ¡as conocidas o especialmente rodadas para ella, (a este lujo todavía no ha pedido llegar) j Aspira a ser el periódico gráfico del instante, completo para los dos sentidos, m á s ¿obles: ojos y oídos. Y he aquí otra intersección coa. otro poder, con oftra potencia del miíndb moderno más antigua qus las dos. ya dichas v en cierto modo madre nutriz dé tina y otra: el periodismo. Se comprende que los grandes trusts perip- disticos, cinematográficos radiodifusores reciban con las uñas a la nue. va rival y t r a t e de escatimarte su colaboración o de ofrecerle alianzas y pactos medíante condiciones que les aseguren de todo posible perjuicio yf; mer ma de clientela de negocio: U n a polémica, se ha entablado, y no lleva trazas de amainar, entre partidarios y adversarios del colaboracionisir Mientras, por ejemplo, ciertas casas productoras del cime y algunas emisoras de. rqdio ciega se avienen a vender o alquilar cintas o redes organizadas y a combinar horarios y repertorios, otras defienden con. recalcitrante hostilidad sus privilegios adquiridos y estiman a la recién nacida como: un peligro de muerte al que hay que combatir, reduciéndole su campo de acción. Sin embargo, se adivina que la fuerza incontrastable de los hechos y la ola creciente del favor, público terminará por conciliar encontrados intereses y un pacto y hasta una fusión v e r á sin tardar mucho, reducida a una sola organización capitalista v social la propaganda y; el negocio de la noticia, el deporte, el espectáculo teatral o cinematográfico, el periodismo completo, en suma, en su nuevU modalidad avasalladora. r v i

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