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ABC SEVILLA 20-05-1952 página 5
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ABC SEVILLA 20-05-1952 página 5

  • EdiciónABC, SEVILLA
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UNA FAMILIA DE ROMANCE GITANO GABRIELA ORTEGA, RECITADORA Y ESCRITORA, EVOCA LA TRÁGICA MUERTE DE SU TÍO JOSELITO STA Gabriela Ortega, recitadora y escritora. es una gitana dramática con señorío, garbo y personalidad, que pertenece a una ilustre dinastía de la raza calé En uno de esos cafés literarios de Madrid, donde se declaman versos al filo de medianoche, la he visto y la he oído evocar la legendaria tragedia de Ta la vera, la cogida y muerte de Joselito ocurrida hace por ahora treinta y dos años. Los auditores contenían la respiración, y por Jas mejillas de algunas señoras rodaban lágrimas que caían en las tazas de caté con leche, -Es que- esta Gabriela es de la familia de los -Gallos -explicaban los más enterados, para justificar la emoción puesta polla recitadora en el romance. Momentos después, ella misma, en una servilleta de papel, me dibujaba su árbol genealógico: -Del matrimonio de Fernando Gómez el Gallo con Gabriela Ortega nacieron seis hijos: Fernando, Rafael, Gabriela (casada con el Cuco Trini (casada cor. Manolo Martín Vázquez Lola casada con Sánchez Mejías y José, el inolvidable Joselito cuyo recuerdo hace todavía llorar a la gente, como usted acaba de ver ahora mismo. -Y usted, ¿de quién es hija? -Yo soy hija de Gabriela, la casada con el Cuco Me llamo Gabriela Ortega, exactamente igual que mi abuela, porque mi padre se llamaba Ortega también. Soy Ortega Gómez, al revés que mis tíos, que son Gómez Ortega. ¿Cuántos toreros ha habido en su familia? ¡Digo! ¡Se pierde la cuenta! Claro que contando los hombres sale casi justa. Lo fué mi abuelo y lo fueron sus tres hijos. Entre los nietos han sido famosos mi hermano Gallito y mis primos, los niños ¿Qué niños? Los Martin Vázquez. En la familia y en Sevilla les llamamos asi. También fué torero mi otro primo, el hijo de mi tío Ignacio Sánchez Mejías, que se retiró pronto de los toros. Total, que las mujeres de nuestra familia nos hemos pasado Sa vida rezando y llorando. Lo que más le gusta a Gabriela Ortega es evocar la figura de su abuela, aquella Graciela incorporada al cante grande: H 1011 M; il ¡i le liin dao ¡i íirej. i al itu iioi li s ¡oítilos c ü m o C S H Í H í niWi ltt 1 a mis tíos José y Rafael, a pesar de ser dos toreros tan grandes, los llamaban los hijos de la Grabiela para señalarlos. ¿Usted se acuerda de Joselito -Era yo muy chiquilla; pero de tanto oírlo me parece que viví aquel drama de mi. familia. M i tío José fué el verdadero genio de los toros. Teniendo ocho años, toreó delante de don Eduardo Miura. el viejo, unos toros de su ganadería, y don Eduardo preguntó: ¿Quién es ese niño? Cuándo le respondieron que era el hijo menor de Fernando y Gabriela, dijo: ¡De casta le viene ar sargo er sé rabilargo! ¡Ese niño es José Repndo conserva en una botella! ¿Ganó tanto dinero como decía la gente? ¡Ya lo creo! Figúrese usted si ganaría, que al morir dejó unos seis millones de pesetas. Y eso que no tenía más que veinticinco años! Como no había hecho testamente, más de la mitad se lo llevó el Gobierno. Lo otro se repartió entre los hermanos. Tocaron a sesenta mil duros, pero duros de plata, de los que daban de sí para que una familia comiera un día entero. -De su tío Ignacio Sánchez Mejías sí que se acordará usted bien... ¡Ya lo creo! ¡Qué lástima de hombre! ¡Qué desgracia fué que también nos le matara un toro! Parece que le estoy viendo en Pino Montano, esa finca suya cantada por los poetas. Allí estuvo García Loros muchas veces y allí escribió su famoso. poema Llanto por Sánchez Mejías -Ese poema que usted recita maravillo sámente. -Muchas gracias. A mí la afición literaria me viene de mi padre, el Cuco quien, como mi tío Ignacio, hacía compatibles los toros con la literatura, y que escribió varias comedias. Una de ellas se llamaba El triunfo de Maoliyo y se la estrenó la Membrives. -Y usted, ¿qué ha escrito? Culi t l í j o loSfütil ¡Era una mujer de una vez! ¡Toda tina señora, con un empaque y una formalidad- que imponía respeto! Usted no se puede figurar cómo educó a sus hijas. Aquella casa era lo que se dice un convento. ¡Un convento, lleno de toreros! -Eso si, pero con una seriedad que metía miedo. Para mi madre y mis tías pisar la calle era un acontecimiento. Mire usted si tendría personalidad aquella mujer, que Joselito de cuya muerte en! a plaza de toros se cumplieron ayer ¡os treinta y dos a ñ o s Los t ron en Madrid e p a s e í l l o sombrero en mano, y lazo negro an si brazo.

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